En un mensaje oficial difundido ayer, el Gobierno nipón hizo un
llamamiento a todos los japoneses para que hoy «oren en silencio»
por los millones de personas que murieron en la tormenta de sangre
y fuego desatada en la Segunda Guerra Mundial.
En el mensaje, del ministro portavoz, Hiroyuki Hosoda, se indicó
que el Gobierno y los emperadores, Akihito y Michiko, participarán
en la ceremonia que recordará a los tres millones de japoneses
muertos en la contienda y reclamará una «paz perdurable» que
permita dejar atrás los horrores del pasado.
El 15 de agosto de 1945, cuando no se había repuesto del espanto
causado por la destrucción de Hiroshima y Nagasaki con sendas
bombas atómicas estadounidenses, Japón asistía consternado al
discurso de rendición de Hirohito, padre del actual emperador y
entonces auténtico «dios viviente» para millones de nipones. «He
ordenado al Gobierno que comunique a los gobiernos de Estados
Unidos, Gran Bretaña, China y la Unión Soviética que nuestro
Imperio acepta lo estipulado en su 'Declaración Conjunta'»
(dictaminada en Postdam, el 26 de julio), dijo Hirohito en el mismo
mensaje radiado en el que negaba su divinidad.
Cuando escucharon este mensaje, muchos japoneses decidieron
quitarse la vida, algunos de ellos enfrente del propio Palacio
Imperial. Sin embargo, fue esa lealtad de todo un pueblo a su
emperador y la transmisión de sus palabras lo que finalmente
posibilitaría la ocupación de Japón sin graves incidentes y ante la
sorpresa aliada.
Ya el 12 de agosto, conocedor del alcance de las masacres
atómicas de Hiroshima (el 6 de agosto) y Nagasaki (el día 9),
Hirohito había comunicado ante el Consejo Superior de Guerra su
intención de aceptar la rendición incondicional de Japón y que
anunciaría tal mensaje por radio.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
De momento no hay comentarios.