La cima del Toro fue ayer el escenario que acogió uno de los
momentos más esperados de las fiestas de Sant Nicolau.
Pero la fiesta empezó de nuevo en Es Mercadal a las 8.30 de la
mañana, cuando la banda de cornetas y tambores de Dalt Sant Joan de
Maó recorrieron las calles del municipio para anunciar el inicio
del segundo día grande de Sant Nicolau.
Media hora más tarde la fabiolera Cristina Fullana empezaba el
repliegue de los caixers, para iniciar la subida al Toro, una vez
recogidas las banderas de cada localidad.
La solemne Missa de Caixers y el tradicional jaleo en la
explanada delante del propio santuario congregaron a toda una
multitud, que llegaba sin parar en los autobuses especialmente
fletados para la ocasión.
Con la iglesia llena a rebosar, se ofició junto a los caixers la
tradicional eucaristía, con los típicos Panets de Sant Nicolau
presidiendo el altar y ni la lluvia que cayó mientras se celebraba
la misa interrumpió las fiestas.
La lluvia provocó en los apenas quince minutos que duró escenas
de lo más variado, con el bar lleno hasta los topes, las sillas de
montar de los caballos tapadas con plásticos y con los propios
caballos resguardados bajo techo para evitar la lluvia.
Una vez acabada la celebración religiosa, a la salida del templo
se celebró el tradicional reparto de los panets de Sant Nicolau.
Una tradición que año tras año sirve para que estos pequeños panets
se coloquen tras las puertas, para proteger de esta forma el hogar
de truenos y rayos.
Al salir de la iglesia el sol volvió a hacer acto de presencia,
haciendo que se celebrará con total normalidad el esperado
jaleo.
Los caixers invitados de cada localidad de la isla junto a las
banderas y el resto de la qualcada se dirigieron a la explanada,
enmedio del numero público asistente, donde la banda de música
esperaba para empezar la celebración.
Una vez los caixers estuvieron preparados, la gente se situó
para presenciar la fiesta, la musica dio paso a los primeros
acordes. Empezaba el jaleo.
Después de la entrega de cada una de las banderas, los saltos y
bots se adueñaron de la explanada, que se llenó de aplausos
espontáneos de los allí presentes, ante muestras de exhibición de
los caixers.
Tras las voltes, llegaba el final del jaleo, con la tradicional
entrega de las canyes verdes y la cullereta de plata a todos los
participantes en la qualcada.
Una vez finalizado, todos los caixers se dirigieron hacia la
Posada del Toro, para disfrutar de la típica beguda. La fiesta
estaba llegando a su fin, y empezó la bajada hacia es Mercadal.
Pero la fiesta continuó a lo largo de la tarde, con un partido
de fútbol y la actuación de los pequeños de Es Mercadal en la pista
de verano dirigidos por Joana Salom. Por la noche, el tradicional
baile con el Dúo Calipso hizo que Sant Nicolau cerrara las puertas
«con clau».
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