Madrid01/11/05 0:00
La primogénita de los príncipes de Asturias, infanta de España y Alteza Real desde su nacimiento ayer en Madrid, garantiza la continuidad dinástica y da estabilidad a la Corona y a la Monarquía parlamentaria elegida por los españoles como forma de Estado en la Constitución de 1978. Además de su trascendencia familiar y dinástica, la feliz noticia del nacimiento de la primogénita de don Felipe y doña Letizia supone un acontecimiento de gran dimensión institucional. Y es que el Rey -y la recién nacida lo será algún día- es, según establece la Constitución, el jefe del Estado, «símbolo de su unidad y permanencia».
El nacimiento del séptimo nieto de los Reyes se ha producido pocos días antes de que don Juan Carlos y doña Sofía celebren, el próximo día 22, el treinta aniversario de su llegada al trono. Esta niña constituye pues un eslabón más en la cadena que engarza a la dinastía Borbón con la historia. Cuando el Príncipe acceda al trono como Felipe VI, su primogénita se convertirá en el XXXVI Princesa de Asturias, un título que históricamente va unido a la condición de heredera de la Corona española.
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