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No se trata de una enfermedad, pero es reconocido en el ámbito sanitario como Síndrome Postvacacional (SPV). Las estadísticas de que dispone el Instituto Superior de Estudios Psicológicos establecen una prevalencia del 35%, incide por igual en hombres y mujeres y afecta más a personas con edades inferiores a los 40-45 años.

Los que lo padecen sienten una «dificultad acusada para adaptarse al trabajo, que no debiera superar las dos semanas, porque si así fuera habría que consultar con el especialista», explica Paz de Roda, psicóloga clínica y forense.

Hasta ese momento no requiere atención psicológica, ni de baja laboral, ni de administración de fármacos tipo ansiolíticos, ni antidepresivos, y los síntomas se diluyen de forma gradual «según se va produciendo una adaptación a las demandas y exigencias de la rutina cotidiana».

Enfoque vital

Irritación, agresividad, tristeza, ansiedad, desmotivación, cansancio, insomnio o falta de concentración, son algunas de las manifestaciones físicas y psíquicas de un síndrome descrito clínicamente en los últimos años.

«Es posible que existiera antes, pero no estaba diagnosticado al no considerarse los problemas psicológicos como algo especialmente relevante en sanidad. O quizá el problema no existiese, lo cual podría abrir el debate del efecto sobre la salud del enfoque laboral y vital que se está dando en Occidente», subraya Roda.

Una duda que pone también sobre la mesa la psiquiatra del Hospital Clínico de Madrid, Lola Morón Mozaleda, al afirmar que el SPV pudiera ser fruto de la «psiquiatrización de la vida cotidiana».

Es decir que «todos los sufrimientos que siempre se han considerado como algo cotidiano, las tristezas generales de la vida, como volver de vacaciones y tener que adaptarte al trabajo que es duro y difícil, tengan que ser una enfermedad». Quizá lo enfermizo sea «el ritmo de vida difícil que llevamos durante el año», por lo que la doctora aconseja «no dejar las actividades del ocio únicamente para el verano», sino organizar durante el año y de manera significativa los fines de semana planes «interesantes y divertidos», que no nos hagan pensar continuamente en el periodo vacacional.

Regresar de las vacaciones dos o tres días antes, fraccionar el periodo vacacional en dos temporadas, no reincorporarse un lunes, no recrearse en el malestar o no tomar decisiones sobre el trabajo el primer mes, son algunas de las recomendaciones de diferentes especialistas consultados.