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El Observatorio para Interferometría Láser de Ondas Gravitacionales (LIGO) ha realizado la tercera detección de ondas gravitacionales, generadas por la fusión de dos agujeros negros que han formado uno mayor, y que han sido localizadas esta vez a 3.000 millones de años luz, las más lejanas de las encontradas hasta ahora.

La Universidad de las Islas Baleares (UIB), que participa en el proyecto científico de LIGO mediante el Grupo de Relatividad y Gravitación, informa en un comunicado de esta detección, la tercera en menos de dos años, y realizada el 4 de enero de este año.

La primera observación directa de las ondas gravitacionales se realizó en septiembre de 2015; la segunda, en diciembre de 2015, y se anunció al mundo desde EEUU, y en España, desde la sede de la UIB en Palma, el 11 de febrero de 2016.

La tercera detección, llamada GW170104, se describe en un artículo que publica la revista científica internacional Physical Review Letters.

En las tres ocasiones, se detectaron ondas gravitacionales de la fusión energética de parejas de agujeros negros, que producen más energía aún que la emitida como luz para todas las estrellas y las galaxias del Universo en cualquier momento, explican los científicos.

Los agujeros negros de la primera y segunda detección se encontraban una distancia de 1.300 y 1.400 millones de años luz, respectivamente; por lo que ésta última es la más lejana, ya que han sido localizados aproximadamente a 3.000 millones de años luz.

Según los expertos, este hallazgo consolida la existencia de un nuevo tipo de pareja de agujeros negros, con masas mayores a las nunca antes detectadas.

Así, el de la tercera detección tiene una masa 49 veces la del Sol, lo que suple la diferencia que había entre los dos agujeros negros de las detecciones anteriores, ya que en la primera, la masa era 62 veces la de la estrella, y en la segunda alcanzaba 21 veces la del Sol.

La nueva observación también proporciona pistas sobre las direcciones de giro de los agujeros negros y explica que, en la medida en que las parejas de ellos realizan espirales uno alrededor del otro, también giran sobre sus propios ejes.

Esencialmente, los agujeros negros pueden girar en cualquier dirección, añade.

Los nuevos datos además dan pistas sobre cómo se habría formado la pareja de agujeros negros, basado en dos modelos.

En el primero se unen al final de su vida mediante grupos estelares densos. Los agujeros negros se aparean tras hundirse en el centro del grupo de estrellas. Y en este escenario, pueden girar en cualquier dirección relativa a su movimiento orbital.

El otro modelo propone que los agujeros negros nacen juntos, se forman cuando cada estrella de la pareja explota y, entonces ellos siguen la misma alineación de las estrellas originales.

Además, se ponen sobre la mesa evidencias de que los agujeros negros de la tercera detección pueden no estar alineados, lo que favorece la teoría de los grupos estelares densos.

La primera detección de ondas gravitacionales confirmó la predicción que hizo Albert Einstein sobre la existencia de ellas en 1916, hace un siglo, y un año después de la publicación de su Teoría de la Relatividad.

El estudio actual vuelve a poner de manifiesto que Einstein tenía razón en que la dispersión no se puede producir en las ondas gravitacionales en la propagación desde su fuente hasta la Tierra, y que no se ha podido encontrar la evidencia de este efecto.

La dispersión ocurre cuando la luz ondula en un medio físico como el vidrio y viaja a diferentes velocidades según la longitud de onda. Así es como un prisma crea un arco iris.

LIGO es un sistema de dos detectores idénticos construidos para detectar vibraciones increíblemente pequeñas generadas por el paso de las ondas gravitacionales, ubicados en Livingston (Louisiana) y en Hanford (Washington), a 3.000 kilómetros uno del otro.

Los detectores empezaron su primer periodo de observación en septiembre de 2015, y el día 14 del mismo año detectaron la primera la onda gravitacional (GW150914).

La última detección, del 4 de enero de 2017, se enmarca en el actual periodo de observación de LIGO, que comenzó el 30 de noviembre de 2016 y se alargará hasta después de este verano.

En la colaboración científica LIGO participan más de 1.000 investigadores y 16 universidades de todo el mundo.