Imagen del más moderno coloso de la legendaria naviera británica Cunard, en Palma con el fondo de Bellver. | Gabriel Alomar

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El Queen Elizabeth, tercer y último trasatlántico con este nombre de la legendaria naviera británica Cunard Line, visitó este lunes el puerto de Palma en una de sus visitas de carácter anual. Diseñado como heredero de una estirpe naval iniciada en 1940, representa en la actualidad un memorial viviente en homenaje a la edad de oro de los trasatlánticos, cuando representaban el lazo de comunicación entre el viejo y el nuevo continente en una atmósfera de lujo, romance y elegancia anterior a las líneas aéreas.

Bautizado por la reina Isabel II en la Ocean Terminal de Southampton (Gran Bretaña) el día 11 de octubre de 2010, en una ceremonia con la pompa y circunstancia tradicionales, sus interiores, de estilo art déco, evocan toda la magia de antaño. No en vano, este buque, aún siendo un diseño actual, evoca con sus colores un pasado glorioso para la naviera y para la historia de la navegación de pasajeros. Sus 92.000 toneladas superan a sus antecesores en volumen pero no en eslora, ya que el primero medía 313 metros frente a sus 294, al igual que el segundo. En su estructura predominan las formas de hoy, con una superestructura compuesta por apartamentos con terraza privada.

Su capacidad – este lunes llegó con 1.995 cruceristas, procedente de Inglaterra y con destino a Grecia– dista mucho de los megacruceros para más de 5.000 turistas. Y es que la calidad prima a bordo ante cualquier concesión a la cantidad. Es otra de sus facetas propias de los esquemas de antaño.