Los 106 metros del ‘Black Pearl’ superan en 18 a los 88 del ‘Maltese Falcon’, lo que le confiere un aspecto más voluminoso en casco y superestrucutura. | Gabriel Alomar

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La presencia del nuevo megayate de vela Black Pearl por vez primera en aguas de la bahía de Palma y recién entregado este año, ha marcado el colofón del espectacular desfile de embarcaciones privadas de súper lujo que este verano han visitado Mallorca.

Su estilizado casco de color negro a juego con las velas, mide 106 metros de eslora, 18 más que el Maltese Falcon, con 88 metros y en cuyo diseño se inspira claramente. La similitud estética entre ambos yates hace interesante establecer algunas comparaciones. Ambos poseen el mismo tipo de aparejo patentado como Dyna Rig y consistente en tres mástiles de fibra de carbono con vergas (de vanguardista sección curvada) y velas cuadras, que puede recordar al de una fragata. Sin embargo, su futurista concepto aleja cualquier reminiscencia con respecto al clasicismo. Su manejo es totalmente automático e informatizado y maniobran sin jarcias firmes y sin intervención humana directa, según las condiciones de viento.

Mástiles

Los mástiles del Maltese Falcon alcanzan los 58 metros de altura con 2.396 metros cuadrados de superficie vélica frente a los 70 del Black Pearl con 2.900. El primero, encargado por Tom Perkins, fue construido por Perini Navi en Turquía según un diseño de Dykstra Naval Archictecs. El segundo, adquirido por Oleg Burlakov, fue botado en 2016 en Holanda por Oceanco a partir de un proyecto de Ken Frevokh.

El Maltese Falcon representó en su día, el año 2006 cuando entró en servicio, un barco sin precedentes en la historia del diseño náutico. El Black Pearl puede interpretarse como un desarrollo o evolución del mismo concepto.

Curiosamente y pese a las distinciones de volumen, ambas embarcaciones poseen una capacidad para apenas doce invitados. Puestos a buscar diferencias, el recién llegado velero cuenta con una superestructura más amplia y de perfiles más suaves y redondeados que en su predecesor, de formas más esquemáticas y angulosas.

También la proa es distinta, ambas lanzadas, pero con un tajamar invertido incorporado en el Black Pearl, para mejorar su hidrodinámica. Los dos veleros son un ejemplo en materia de eficiencia energética, ya que pueden alcanzar velocidades notables, sin necesidad de utilizar los motores, y que llegan a los 30 nudos en el caso del Black Pearl. Ello le permite cruzar el Atlántico con una mínima reserva de carburante.