Canamunt y Canavall entierran al juez Berga. | Teresa Ayuga

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Este lunes se puso punto y final a las fiestas de Canamunt y Canavall, y se hizo recreando el entierro del juez Jaime Joan de Berga, el hombre que intentó llevar la paz a ambos barrios de Palma en épocas turbulentas de la Mallorca del siglo XVI, como se había escenificado en la víspera, en el Parc de la Mar, con la batalla de agua que se desató entre canamunteses y canavalleses, muy a pesar sus intentos por evitarla.

El juez, por un serie de acontecimientos que sucedieron posteriormente, de regreso a su casa, sita en Sant Pere Nolasc, fue asesinado por unos encapuchados –dicen que el motivo fue por haber dictado una sentencia en contra de un miembro Canamunt–, y ayer se recreó el entierro en el mismo sitio donde le mataron. Por eso, a las 19. 30 horas, vestidos de negro, se reunieron en la Plaça de Santa Eulària, y a pie fueron hasta la calle Sant Pere Nolasc al son de las notas de un violín y una flauta, llevando con ellos un retrato del juez. Abriendo el cortejo iban Na Bet y sa mare, de la familia de los Anglada.

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Según la historia, Na Bet Anglada había sido novia de Nicolau Rosinyol. Los Angladas y Rossinyol fueron dos familias palmesanas enfrentadas entre sí porque ambas querían tener el poder del Ajuntament; enfrentamiento que se recrudeció tras la ruptura del compromiso matrimonial de los jóvenes y al que Nicolau añadio más fuego al insultar a la familla de ella. Fue tan encarnizada la confrontación entre ambos bandos, que se dijo que aquí n’hi ha per na Bet I sa mare; es decir, que aquí hay palos hasta para la novia y su madre.

Los allí reunidos brindaron con xupitos y dieron las gracias a los que habían participado, felicitándose por el éxito que había tenido la fiesta.