Su perfil es más que diverso: estudiantes, jóvenes, otros no tanto... pero casi todos comparten la pasión por el folclore, por la danza, y la mayoría coinciden en que poder participar en un evento que reúne a personas de diferentes países y brinda conocer diferentes culturas es otra de sus motivaciones.
En el caso de Noralba Cardona y Adriana Hincapié, de origen colombiano, se sumó también la posibilidad de poder sentirse un poco más cerca de su país, factor que tuvo en cuenta la organización al asignarles la tarea de ejercer de anfitrionas del grupo de Colombia, del cual se han encargado de acompañar desde el mismo momento en que aterrizaron en Son Sant Joan.
Ellas, igual que Cristina Torres, anfitriona de Lituania, han tomado vacaciones para dedicarse plenamente al festival en jornadas que se inician desde el desayuno hasta la noche, pero que ellas afrontan con gran alegría. Entre las tareas de estos anfitriones, está la de procurar que los grupos lleguen puntuales a sus actuaciones y compromisos –tarea no siempre fácil–, resolver sus dudas y posibles contratiempos.
No son pocos los voluntarios que han hecho verdadero encaje de bolillos con horarios laborales, de estudios, hijos, etcétera, para atender otras tareas vitales, tales como el soporte al jurado –lo que implica la preparación de documentación y control de tiempos en competición– o los que prestan apoyo en escenarios y teatros, lo cual supone desde ajustes de escaleta, recepción y distribución de las compañías participantes antes de su actuación ante el público hasta controlar que los elencos cuenten con agua al finalizar.
Una gran inversión en tiempo y esfuerzo que muchos de ellos afirman ya han visto recompensado en forma de grandes momentos compartidos y nuevas amistades, por lo que esperan poder volver a repetir la experiencia en futuras ediciones.
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