El chef Santi Taura en su último servicio restaurante de Lloseta

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Quizás la frase que mejor resuma lo vivido el pasado domingo en el restaurante Santi Taura la pronuncia Ariadna Salvador, del restaurante Clandestí, quien quiso estar presente en el último día del local de Lloseta. «Santi ha sido la primera vez de mucha gente. Por ejemplo, yo hice prácticas aquí, Pau (Navarro, el otro 50 por ciento de Clandestí) empezó trabajando aquí y este restaurante ha sido para muchos el primer contacto con un restaurante de calidad», explicó.

La última jornada laboral en Santi Taura comienza a las 20.00 horas con la llegada de los primeros clientes, pero no es hasta las 21:30 de la noche cuando tanto el comedor principal, como el espacio que ocupaba Dins y la terraza, se llenan.

En los fogones, la jefa de cocina, Irene Martínez, marca la pauta junto a Álex Cirer, este último encargado de las cocas, el arroz y el control de tiempos de todo lo horneado. El equipo lo completan Aitor Varela, Jofre Martínez, y al tanto de todo, el propio Taura, que corrige la colocación de las gambas en el arroz al tiempo que recuerda la importancia de la estética. El chef coge varios platos y él mismo los sirve en la mesa correspondiente. A los clientes les encanta que el propio cocinero llegue y les explique qué van a comer. En sala, el equipo está compuesto por Sergio Morro, Josep Mondéjar, Sara Marcos, Pitu Mera y el jefe, Luis Ruiz.

Durante casi tres horas, el trasiego es continuo, aunque también hay algún momento para bromear. Las palabras más oídas son ‘Paso’ y ‘Oído’. Una pizarra de rotulador autoborrable indica el número de mesa, su situación y la cantidad de comensales, pero en una jerga que sólo lo entienden ellos. «Quizás es lo que más cuesta cuando entra alguien al equipo porque en cada restaurante se trabaja de forma diferente», indica Taura mientras prepara su particular ginet, uno de los dos postres que incluye el menú.

Santi Taura cerrando el restaurante de Lloseta

Prácticamente toda la formación actual formará parte de Dins Santi Taura, que compartirá edificio con el hotel boutique El Llorenç Parc de la Mar, ubicado en pleno barrio de la Calatrava, y que abrirá sus puertas el 19 de julio. Para más adelante se prevé la apertura de su local cerca del Mercat de l’Olivar, con un concepto mucho más informal.

Los clientes van abandonando el local. Taura les acompaña a todos ellos hasta la puerta. En total el último servicio se ha compuesto de 60 comensales que han degustado unos 600 platos. Aparte están las bebidas, cafés y copas.

Santi Taura y su mujer, Inma, son los últimos en irse. El chef cierra la puerta y comienza a pensar en su nuevo proyecto mientras sube las escaleras de su casa, situada justo al lado de la que ha sido su otra casa durante 16 años.