Isabel Cuesta ofrecerá el próximo sábado un taller intensivo de Disciplina Positiva en el hotel Ciutat Jardí. | Lourdes Balduque

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¿Está harto/a de gritar? ¿No entiende por qué tus hijos no te escuchan? ¿Está cansado/a de repetir mil veces el mismo mensaje sin conseguir colaboración por su parte? ¿No sabe cómo abordar una rabieta o una mala contestación? La Disciplina Positiva brinda la oportunidad de ver más allá de los comportamientos de los hijos y ayuda a los padres a establecer límites de una forma efectiva y, a la vez, respetuosa. Isabel Cuesta (Ávila, 1984) ofrecerá el próximo sábado en el hotel Ciutat Jardí, en Palma, un taller intensivo de Disciplina Positiva, que comenzará a las 10.00 horas y durará hasta las 19.30. Su perfil de Instagram Una madre molona cuenta con más de 75.000 seguidores.

¿Cuál es el error más común a la hora de educar?
—Diría que el pasarnos o quedarnos cortos. No hay que ser autoritario, ni tampoco hacer que el niño haga lo que le dé la gana.

¿Y la Disciplina Positiva está en medio?
—Sí. La Disciplina Positiva ayuda a los adultos a entender la conducta de los niños y nos dota de herramientas para actuar de forma positiva con ellos. Este tipo de filosofía no busca culpables, se enfoca en encontrar soluciones entre todos, siempre desde el respeto. Sin duda, uno de los puntos fuertes que me atrajo de esta forma de educar a mis hijos fue que se trabaja a largo plazo y que, con ello, estamos ayudando a que crezcan con una buena autoestima. Y no sólo eso, sino también que les va a dotar de buenas habilidades sociales, tan necesarias para la vida.

Usted tiene tres hijos.
—Sí, dos niñas y un niño. Mi primera hija no protestaba por nada siendo un bebé, siempre ha sido muy racional y pensaba ¡qué exagerada es la gente, si esto de educar es muy fácil!

Y tuvo el segundo.
—Y fue totalmente diferente. También con un gran corazón, pero con un carácter igual de grande donde no es no. Y llegaron las rabietas, lloros...algo que con la primera no había sucedido. Aquí es donde me metí un poco en lo de la Disciplina Positiva y luego cada vez más.

Y la tercera.
—Pues en unas cuestiones ya las tienes aprendidas y las experiencias de los hijos anteriores te sirven y en otras no porque no se parece ni a la primera ni al segundo.

¿Secretos?
—Si nosotros no queremos que el niño grite no gritemos nosotros porque sino el niño recibe un mensaje confuso. Enseñamos técnicas para buscar la colaboración del niño. Nosotros solemos educar con el piloto automático y repetimos lo que vimos en nuestra casa cuando éramos pequeños o aplicamos todo lo contrario si el recuerdo es muy malo. Entonces hay dos líneas: autoritarismo o permisividad y la Disciplina Positiva es el término medio.

¿Un error frecuente?
—Olvidarnos de que los niños no han sido nunca adultos, pero nosotros sí que hemos sido niños. Lo que no podemos es esperar que un niño se comporte como un adulto.

Entonces quizás hay que educar primero al adulto para que luego pueda hacerlo con el niño, ¿no?
—Hay una frase que me gusta mucho que dice que todo lo que quieres enseñar a tu hijo lo tienes que haber aprendido antes. Es muy importante el autocuidado del adulto y el trabajo en equipo con la pareja. Por otro lado, no hay que renunciar a tu identidad por haber sido madre o padre y nos estamos ocupando más de sobrevivir a la maternidad que de disfrutar de ella.

¿La Disciplina Positiva crea padres perfectos?
—En absoluto, eso no existe. Errores vamos a cometer, pero lo que te da esta técnica es un camino a seguir. Y a partir de ahí empiezas a disfrutar.

¿Se está dejando la educación de los hijos en manos de los profesores?
—Yo me acuerdo mucho de mi infancia y tengo muy claro que la educación no depende del colegio. El mayor referente para lo niños son los padres. Sin ser experta, sí que creo que hay un sentimiento de culpa por parte de los padres porque quieren estar, pero no están. Y se tiende a compensar esa falta de tiempo con ellos con una sobreprotección en la que se discute la autoridad del profesor. Es verdad que antes la estructura familiar la componía una madre que se ocupaba de la casa y de los niños y el padre era quien trabajaba y la autoridad. Esto ahora ya no es así en muchos casos.

¿Tiene ayuda en casa?
—Sí, Marido me ayuda y compartimos tareas, pero también tenemos ayuda doméstica porque trabajamos los dos fuera de casa.

¿Por qué le llama Marido?
—Padre molón no me gustaba mucho y Marido era como le llamaba mi abuela a mi abuelo.

También da consejos nutricionales y de decoración.
—Bueno, tengo intolerancia al gluten y he hablado de ello, pero no como profesional. Y en cuanto a la decoración, es una afición.

Se ha convertido en una ‘influencer'.
—Recibo muchas propuestas de marcas, pero sólo acepto las que uso.

¿Está a favor de la discriminación positiva o la Ley de Paridad?
—Tengo mi opinión, pero prefiero no meterme en ese ‘jardín'.