El glaciar Jökulsárlón, fotografiado por Biel Moragues. | Biel Moragues

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Seis fotógrafos mallorquines enamorados de sus trabajos han viajado a Islandia en busca de la mejor fotografía. Dicen que son miles las imágenes que han hecho y que vuelven enamorados de aquel país. Los seis fotógrafos que han estado en Islandia, que en este reportaje nos regalan algunas de sus mejores fotografías son: Biel Moragues, David Maimó, Iván Palmer, Juan García, Pep Moragues y Rubén Molina.

Islandia es un paraíso. Un paraíso natural. De naturaleza volcánica. Un paraíso de contraste de colores, del negro de la lava al verde del musgo que la cubre. Tras la experiencia, David Maimó comenta: «Es un paraíso de cielos azules que cambian al gris más oscuro antes de que termines de hacer una foto. También hemos visto amaneceres y atardeceres interminables, un paraíso de cascadas de agua, de arco iris, de auroras boreales».

Toda esta maravilla de colores es ideal para los fotógrafos y amantes de la imagen. En verano, el sol de medianoche ilumina estos motivos con la mejor luz soñada. En invierno, el clima en Islandia puede ser difícil, la nieve, la lluvia, o el viento. Hay que luchar contra los elementos, porque «intentan que dejes de buscar esa foto, pero no lo consiguen, nuestro afán es intentar exprimir algo más su belleza. Los atractivos del invierno islandés son los paisajes y las cascadas heladas, las espectaculares cuevas de hielo y, como no, las auroras boreales».

Los seis fotógrafos mallorquines recorrieron 2.600 kilómetros en doce días. «El camino es parte de la magia, buscamos las localizaciones y momentos exactos para inmortalizar esa imagen que todo fotógrafo busca», añade Maimó.

Uno de los objetivos de todo fotógrafo es ver la aurora boreal: «Cuando consigues verla, te quedas asombrado. Es hipnótico, emocionante. Miras cómo se mueve en lo alto y piensas que es irreal. Es como un misterio indescifrable que flota en la atmósfera, que se alarga, cambia de forma y color, y aumenta su brillo en un breve espacio de tiempo. Un espejismo», concluye.