Museo de animales deformes en Llubí. | Click

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Llubí es famoso por las táperes, los 2 Perellons, la Fira de sa Mel y por el museo de animales deformes del Bar Central, museo que ya no existe, al haber sido cerrado el establecimiento que lo alojaba, pero sí quedan sus protagonistas: 74 animales disecados; de los cuales, 51 tienen deformaciones genéticas, unas más específicas que otras, unas más espectaculares que otras.

Hace años, el que iba a dicha localidad mallorquina seguro que se daba una vuelta por el Bar Central (http://deformedanimals.weebly.com) para ver esas rarezas, ubicadas en lugares estratégicos del local, pero muy a la vista. Y no solo eran mallorquines los que pasaban por allí, sino también muchos extranjeros. No extraña, pues, que de este curioso lugar se hayan escrito artículos y reportajes, además de en castellano y catalán, en francés, inglés y alemán.

Dicho museo lo creó el propietario del Bar Central, Jordi Alomar Sureda, cuyo abuelo, que fue soldado en la guerra de Filipinas, contaba que allí vio una serpiente con dos cabezas, lo cual le impactó muchísimo, y que cuando regresó a Mallorca lo contó a su familia. Se ve que la historia llegó a Jordi, y este, a la primera ocasión que tuvo, montó el museo. Y lo hizo a partir de una cabrita que nació con ocho patas y dos cabezas, que mandó disecar y que luego la expuso en el bar, en el interior de una vitrina. La historia de los orígenes del bar nos la cuenta el nieto del fundador, Jordi Ramis Alomar, con quien hablamos en casa de su madre, que es donde guarda a los animales una vez que cerraron el establecimiento.
«¿Que cómo mi abuelo fue añadiendo más animales deformes? Pues porque aquel vecino, o habitante de otro pueblo de Mallorca que le naciera, o que supiera que a alguien le hubiera nacido un animal de estas características, le avisaba, y él lo iba a buscar, corriendo con los gastos. Con el tiempo, el museo se hizo tan famoso que no solo era visitado por gente del pueblo, sino de todos los pueblos de la isla. Incluso venía gente de la península a verlo. Es más, casi todos los días entraban en el bar extranjeros para ver a los animales».

Hoy, como decimos, estos están en la vivienda de la madre de Jordi, en una habitación de la planta alta, ordenados adecuadamente y, por supuesto, muy bien cuidados y conservados.

En cuanto al futuro de estos animales y de estos especímenes, «nuestra intención es subastarlos, venderlos o cederlos a una institución o administración, tras previo acuerdo con ella. Ha habido gente que ha intentado comprar alguno; sobre todo, los más espectaculares, pero de lo que se trata es de venderlos a todos, de que se lleven la colección completa. Más o menos ha ocurrido con las subastas: que quieren subastar solo las mejores piezas. ¿Instituciones…? Pues la verdad es que ninguna se han interesado por ellos, y eso que son animales verdaderamente autóctonos de Mallorca. Pero estaríamos encantados en poder llegar a un acuerdo con ellas, pues si estos animales son de aquí, aquí deberían quedarse para que los mallorquines los pudieran ver».

Además de los animales, en el caso de venta, en subasta o cualquier cesión, entrarían en el lote ocho certificados de taxidermistas dando fe del estado de cómo les llegaron los animales, 84 artículos sobre el museo Bar Central escritos en catalán, español, francés, inglés y alemán; varios vídeos o las facturas de ocho de los taxidermistas, entre otras cosas muy interesantes».