Tablero del 'Joc de l’Oca Mallorquina'. | M.V.

TW
5

Parece mentira, pero no lo es. En México se juega al Joc de l’Oca Mallorquina. Por lo menos, los alumnos de la Escuela Nacional de Lenguas, Lingüística y Traducción de la Universidad Nacional Autónoma de México. Estudian la asignatura de Cultura Catalana tres horas a la semana durante todo el curso. Como complemento, disfrutan de talleres donde descubren las características más importantes del mundo catalanoparlante: folklore, sociolingüística, historia, literatura… Ya han estudiado Mallorca. Las clases las imparte Marc Velasco, profesor de catalán que realizó su carrera en Mallorca. Estudiaron las rondalles, vieron vídeos sobre folklore... En general, todos los elementos que aparecen en este particular juego de la oca.

¿Cuáles son esos elementos?

—Las casillas del Cap de Formentor, de los dimonis, de los caps, del Firó de Sóller, Santa Catalina Tomàs, molinos, na Catalina Enganxa, las herbes de Mallorca, de Amor de Cans...

¿Qué pasa si caes en la casilla de las ‘herbes’?

—La posible intoxicación etílica del licor d’herbes hace que quien caiga ha de hacer retroceder 10 casillas a uno sus compañeros.

¿Y en ‘Amor de Cans’?

—Na Petra de Can Gamundí hará que quien caiga en esta casilla se vuelva especialmente mandrós y esté dos turnos sin tirar.

¿Quién ideó el juego?

—Yo. El taller son tres horas seguidas. Por eso, había que crear dinámicas para que no se aburriesen. Pensé que un juego de la oca podría estar bien.

¿Cómo eligió el contenido de cada casilla?

—Debían dar de toda la información posible para que los alumnos se pudieran hacer una idea de cómo es la Isla: los productos más típicos (robiols, crespells, panades… Hasta hemos probado la coca de trempó), algunos elementos arquitectónicos (la Cartoixa de Valldemossa o los molinos), productos audiovisuales, algunas expresiones, los dimonis (han aprendido los de cada pueblo), rondalles… Lo hice con imágenes que fui recogiendo de Internet con las cosas que creía más relevantes y con las que tenían que conocer. Primero, analizamos una rondalla de n’Alcover (L’amor de les tres taronges), escrita en catalán prefabrià (así veían cómo es) y después me dedicaba a explicar casilla por casilla, cada una con un contenido diferente: desde los diferentes tipos de embutidos hasta las series de televisión de IB3, algunas de las cuales los alumnos utilizan para las clases. En las casillas musicales (Janski, Maria del Mar Bonet i Joana Gomila) tenían la letra de las canciones impresa con agujeros para que los rellenaran. También El pi de Formentor, de Costa i Llobera, que tenían que leer y comparar con otros poemas (como Desolació, de Joan Alcover, o Calladament, de Miquel Martí i Pol).

¿Cómo surgió ese interés de la universidad hacia la cultura catalana?

—No lo sé, pero hace muchos años que se imparten clases de catalán a la UNAM. En mi facultad, la Escuela Nacional de Lenguas, Lingüística y Traducción se estudian muchas lenguas, desde nacionales, como el nahuatl, hasta lenguas europeas como el sueco, el euskera o el catalán.

¿Cuántos alumnos participan en esta asignatura?

—En la de Cultura Catalana, hay diez alumnos. En el resto de niveles, cerca de 40.

¿Qué es lo que más les ha sorprendido?

—Lo que más les gusta, probablemente sean todas las cosas que a ellos les supone un choque cultural; sobre todo, los temas folklóricos o de costumbres: desde el caganer al pesebre, pasando por la cultura talaiótica. Lo que más les ha sorprendido puede ser el impacto del turismo a raíz de ver Tot inclòs. Danys i conseqüències del turisme a les nostres illes». Sirvió para que vieran cómo había funcionado toda la maquinaria del turismo. En México hay casos como el nuestro: Acapulco o Cancún son el Andratx y el Canyamel mexicanos.

¿Cuál es el premio para el ganador?

—El ganador consiguió una camiseta de Granots i Sopes recordando las inundaciones en Sant Llorenç des Cardassar.