En este sentido, añade que «las emociones se generan en la parte más primitiva de nuestro cerebro, la que compartimos con todos los mamíferos incluso con los reptiles, el sistema límbico. Las neuronas que constituyen estas estructuras se comunican entre si mediante moléculas llamadas neurotransmisores y en el caso de la felicidad, los principales neurotransmisores implicados son la dopamina y la serotonina».
Granados argumenta que «ambos los produce nuestro cuerpo a partir de aminoácidos que deben estar presentes en los alimentos: la fenilalanina y el triptófano respectivamente». Estos aminoácidos se encuentran en abundancia en frutos secos como las almendras, pistachos nueces y anacardos; en semillas como las de girasol, sésamo, calabaza y lino; en legumbres como la soja y sus derivados (tofu, tempeh, yogur, miso…), garbanzos y cacahuetes; en la avena o en pescados como el bacalao.
«Para que nuestro cuerpo pueda transformar estos aminoácidos en las 'moléculas de la felicidad' hacen falta otros componentes, como la vitamina B6 que afortunadamente viene en algunos de los alimentos citados (frutos secos, semillas y legumbres como el garbanzo) pero también en la patata y el ajo; la vitamina C, abundante en naranjas, fresas, kiwis y pimientos; y el hierro (en legumbres como las lentejas y judías pintas, semillas y frutos secos)».
Otras moléculas que nos dan una sensación de euforia son las endorfinas, alimentos como el cacao y el picante pueden desencadenar esa respuesta.
La doctora en Bioquímica, especializada en Nutrición Personalizada y Nutrigenómica, sostiene que «para mimar nuestro cerebro es importante comer los alimentos llamados 'neuroprotectores' por su alto contenido en antioxidantes, en su mayoría de origen vegetal: granadas, arándanos, pimientos de colores, tomates, remolacha… En dos palabras: come color».
Además, apunta que «si queremos potenciar este efecto de los alimentos no olvides realizar ejercicio físico y compartir las comidas, dos hábitos que nos ayudan a ser más felices».
Granados hace suyas las palabras de Paco León: «Felicidad es beber un vaso de agua fresquita una calurosa tarde de verano en Sevilla». En este sentido, la doctora añade que «quizás cocinar la felicidad no sean tan complicado si en nuestra despensa tenemos frutos secos, legumbres, semillas, vegetales y frutas de colores y agua».
6 comentarios
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Como era de esperar la felicidad la producen los vegetales, el lobby vegano pisa fuerte.
No se trata de poder adquisitivo, se trata de tener un poco de cultura gastronómica. Una cosa es comer y la otra alimentarse.
Llenar la tripa con buena comida y a buen precio... eso me da mucha felicidad!!! Cosa que no puedo hacer mucho en los Restaurantes de la Isla!!!
La felicidad en los alimentos, depende de si se llena la tripa o no, para personas con bajo pode adquisitivo, es lo único que le interesa. Otras personas con poder adquisitivo, podrán seleccionar
Yo no sé si ayuda a ser más felices o no, pero lo que dice esta señora es de sentido común. De cajón, como diría el clásico. Se hace un excesivo consumo de carne de "comida basura", de brevajes de colorines rebosantes de azúcar, gas y otros ingredientes totalmente innecesarios. Claro que si. Un buen arroz brut, caragols, porquim a rompre, bistecs de porc, porcella, fora ensaladas, fora fruta y bebidas de colas. Y pastelería. Y un buen puro. Y humo. Mucho humo. Felicidad completa.
Un buen chuletón tambien me hace feliz