Responsables de equipo del programa de autocuidado, salidas al campo y charlas organizadas para evitar el desgaste. | R.D.

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Un bombero tiene un traje ignífugo para realizar su trabajo y protegerse del fuego, un policía cuenta con su arma reglamentaria durante sus patrullas, ¿pero qué tipo de protección necesita el personal sanitario que diariamente trabaja para paliar el dolor y el sufrimiento de sus pacientes? Piensen ahora en los equipos específicos que trabajan en el área de la salud mental: enfermedades crónicas, pacientes con tratamientos a largo plazo, en muchas ocasiones sin posibilidad de curación y que acuden a consulta en su peor momento. Como cualquier ser humano, el personal médico corre el mismo riesgo de padecer problemas psicológicos. Si bien, en su caso es más grave, ya que estos trastornos pueden afectar a la vida de sus pacientes. Para evitarlo, nuestra comunidad ha sido pionera a la hora de incluir en su Plan Estratégico de Salud Mental 2016-2022 un punto específico dirigido a la puesta en marcha de un programa de autocuidado de los profesionales de salud mental que persigue la excelencia en la atención clínica a través del cuidado de los profesionales que la ejercen.

Cuidar al cuidador, un objetivo difícil de conseguir, que ahora coge velocidad de crucero con las miras puestas en que otras unidades empiecen a ahondar también en el autocuidado de sus profesionales.

Cristina Iglesias, Elisa Pérez, Iratxe Aguirre, Magdalena Crespí, Carmen Bermúdez de la Puente, Catalina Sureda y Amparo Esparcia, enlaces del programa de autocuidado.

La salud mental, en cifras

Los números cantan: según la OMS, los problemas de salud mental presentan una elevada preeminencia en todo el mundo. Los estudios epidemiológicos muestran que cada año un tercio de la población adulta sufre un trastorno mental. En los países de la Unión Europea, las estimaciones más conservadoras señalan que cada año un 27 por ciento de la población adulta (de 18 a 65) sufre un trastorno mental; los más frecuentes, la ansiedad, la depresión y los trastornos relacionados con el consumo de sustancias.

¿Y en Mallorca? Alrededor de 185.000 personas han sido diagnosticadas de algún tipo de trastorno de salud mental. Y una de cada cuatro personas sufrirá algún tipo de trastorno mental a lo largo de su vida, según la Oficina de Salud Mental de las Illes Balears (OSMIB).

Paralelamente, la demanda de profesionales sanitarios con problemas psicológicos o adicciones ha aumentado exponencialmente. En el binomio 2017-2018 fueron atendidos 877, un 30 % más que en los dos años precedentes, lo que supone el mayor crecimiento desde el 2011.

Con los datos sobre la mesa, lo llamativo de todo esto es que ni siquiera durante la formación de estos profesionales haya alguna materia o curso dirigido al autocuidado. ¿Entienden la importancia de la implantación de este programa?

Trabajar quemado

Desmotivación, síntomas de desgaste, falta de compromiso, mala actitud, absentismo laboral... ¿qué está pasando? Son avisos del síndrome burnout, o lo que es lo mismo, el trabajador quemado. Contra todo esto pretende luchar el programa de autocuidado, que comenzó a implementarse hace dos años, y del que por el momento se están beneficiando los trabajadores de esta área terapéutica del sector Ponent, unos 60 profesionales de siete equipos de unidades mentales de Palma, Calvià y Andratx. A continuación está planeado que se extienda a las unidades de Llevant y al resto de las Islas.

¿Pero qué se aprende en este programa? Sus responsables hablan de entrenamiento en mindfulness, gestión emocional y de equipos, la asertividad encaminada a cómo manejar como personas nuestras emociones, cultivo de la compasión, salidas al campo en grupo... todo un compendio de acciones dirigidas a que los profesionales encuentren su propia brújula para convertirse después en la brújula de sus pacientes.

Los protagonistas

«Me cuesta la salud, pero me resulta imposible dejar este trabajo»

María Concepción Mirabal, trabajadora social

María lleva una década en la Unidad de Salud Mental (UMS) de Cruz Roja del IbSalut, tiene diagnosticada una depresión y, aún así, se niega a cambiar de aires: «Me cuesta la salud, pero me resulta imposible dejarlo. Puede que sea yo, pero aquí hemos hecho muchos progresos organizando un grupo de trabajo con usuarios, que no quiero dejar atrás. Nuestra labor importa y da frutos», señala la trabajadora social, al tiempo que recuerda que en su día a día puede tener una entrevista con un usuario que se dedica a insultarla porque no puede ayudarle y horas después le deja una nota por debajo de la puerta disculpándose o espera a un paciente y alguien de su equipo le anuncia que se ha suicidado. «Hace cuatro años empezamos a hacer sesiones de autocuidado, los viernes de 13 a 15 horas, al terminar la semana. Nos ha ido de maravilla, como equipo e individualmente. Me sigo sintiendo responsable, por supuesto, pero intento no traspasar según qué límites. Ayuda».

«En este campo uno se cuida como puede»

José García, psiquiatra

25 años de experiencia avalan a este psiquiatra que trabaja en la Unidad de Salud Mental (UMS) de Cruz Roja. Acostumbrado a tratar con patologías que, aún hoy, conservan cierto grado de estigmatización en la sociedad, confiesa que «uno llega a consulta con un ‘impermeable' ficticio para que lo que pasa dentro no te cale, pero no nos engañemos, poco a poco va entrando. Al final haces callo, pero desgasta», señala García. En este sentido, recalca que el programa de autocuidado «no es la ambrosía», pero se obtienen beneficios. «Yo vivo en el campo y hago cursos de mindfulness , en este ámbito uno se cuida como puede», finaliza. «En este campo uno se cuida como puede».

«Tratar el malestar de un paciente siempre te genera una carga»

Ana Isabel Mayorquín, enfermera

Lleva ocho años trabajando en el ámbito de la salud mental, los últimos cuatro en la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria (UTCA) de Son Espases. «Aquí tratamos a una media de ocho pacientes en el hospital de día que inician un tratamiento a medio/largo plazo por un trastorno alimentario, pero este siempre viene derivado de un problema afectivo. Tienes que estar preparado para atender a personas, muchas veces jóvenes, que pasan por el peor momento de su vida –explica Ana Isabel– . Nuestra labor tiene cosas muy buenas, como cuando vas viendo los resultados, pero tratar el malestar de los pacientes siempre te termina generando una carga», recuerda la enfermera, que hace unos años empezó a sentir cierta ‘fatiga', por lo que empezó a hacer deporte porque «me regula». Ahora participa en el programa de autocuidados, intenta no llevarse las historias a casa, apoyarse mucho en su equipo y «transformar el sufrimiento en algo bueno», finaliza Mayorquín.