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La diabetes en perros y gatos es una enfermedad cada vez más frecuente. Se estima que, en la actualidad, su incidencia es de un caso por cada 500 perros y uno por cada 200 gatos. Suele darse con más frecuencia en las mascotas de mayor edad pero puede presentarse también en jóvenes. Por ello, es fundamental tanto la detección temprana como el tratamiento adecuado. Bien controlada, la mascota podrá convivir con ella durante muchos años manteniendo, además, su calidad de vida.

La diabetes o diabetes mellitus es un trastorno endocrino que se presenta cuando el cuerpo no puede hacer uso de la glucosa (un tipo de azúcar) de manera normal. Y esto trae consigo problemas porque la glucosa es la fuente principal de energía de las células del cuerpo.

Al igual que en los humanos, los perros y los gatos pueden padecer dos tipos de diabetes:

- Diabetes tipo 1: en la que existe una falta de insulina porque el páncreas, encargado de su producción, está dañado. Es la más frecuente en perros.

- Diabetes tipo 2: donde hay insulina pero su funcionamiento es insuficiente.

La diabetes en perros y gatos puede presentarse a cualquier edad pero la mayoría de quienes la sufren son mayores de seis años.
En perros suele aparecer en torno a los 7-9 años y es más frecuente en hembras que en machos. Además, como ocurre también entre humanos, la cuestión genética también condiciona. Hay razas más propensas a desarrollar diabetes tipo 1 como los beagle, los caniches, los carlinos, los schnauzer miniatura, los teckel y los golden retriever y los samoyedo, entre otros.

Por su parte, en los gatos se presenta alrededor de los 7 u 8 años. Al contrario que los perros, ellos son más propensos a presentar diabetes tipo 2 y generalmente esta deficiencia de insulina está directamente relacionada con malos hábitos de vida: los gatos cada vez son más caseros, no salen a la calle, se mueven menos, comen piensos cargados de carbohidratos cuando su dieta en estado salvaje sería la proteína... No hay razas más proclives a contraer diabetes pero sí hay una mayor incidencia entre machos castrados.

Asimismo y según afirma la American Veterinary Medical Association (AVMA): “La obesidad es un factor de riesgo significativo para el desarrollo de la diabetes. Conforme los perros y los gatos envejecen, también pueden desarrollar otras enfermedades que podrían resultar en diabetes o que podrían afectar significativamente su respuesta
al tratamiento para la diabetes, incluyendo hiperactividad de la glándula suprarrenal en los perros (hiperadrenocorticismo) o hiperactividad de la glándula tiroides en los gatos (hipertiroidismo), pancreatitis, insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal, infecciones en el tracto urinario e infecciones en la piel. El uso prolongado de medicamentos que incluyen corticosteroides también es un factor de riesgo para desarrollar diabetes”.

Reconocer los primeros síntomas de la diabetes en un perro o un gato resulta fundamental, ya que cuanto antes se detecte más eficaz será el tratamiento y mayor calidad de vida logrará la mascota. Algunos de estos signos iniciales, según recoge la AVMA, son:

Si se observa alguno de los síntomas anteriores se hace necesario una visita al veterinario para confirmar el diagnóstico. “Puede existir la sospecha de diabetes con base a los síntomas que muestra la mascota, pero el diagnóstico debe ser confirmado por su veterinario al encontrar altos niveles de azúcar en la sangre y en la orina. Aunque por lo general el diagnóstico de la diabetes es relativamente sencillo de obtener, posiblemente su veterinario realice algunos exámenes de sangre adicionales para descartar otras condiciones médicas. Un cultivo de orina podría ser recomendable para descartar una infección del tracto urinario”.

Como en el caso de los humanos, la insulina, la dieta y el ejercicio moderado son los mejores aliados para combatir y mantener a raya la diabetes.” La clave para tratar a las mascotas diabéticas es mantener normales sus niveles de azúcar en la sangre y evitar que se presenten niveles demasiado altos o bajos que puedan poner en riesgo su vida. Un tratamiento que funcione para una mascota podría no funcionar para otra, y la paciencia es muy importante mientras el dueño y la mascota se adaptan al tratamiento”, dice la AVMA.

Insulina

En general, los perros tratados con inyecciones de insulina deberán recibir este tratamiento durante toda su vida. En el caso de los gatos, las inyecciones de insulina se pueden aplicar con un tiempo limitado. Si cambia la dieta de la mascota y sus hábitos son menos sedentarios, la aplicación de la insulina puede llegar a desaparecer.

Ejercicio moderado

El ejercicio es ideal par quemar el exceso de glucosa. Debe ser moderado y acorde con el peso, edad y salud general del animal. Ojo, un exceso podría provocar una hipoglucemia. Se recomienda por tanto pedir unas pautas previas al veterinario.

Dieta

Fundamental para controlar la diabetes y más en el caso de que el perro o gato padezca obesidad. Para los perros se recomienda una dieta alta en fibra y para los gatos alta en proteínas. En ambos casos deben ser bajas en calorías y grasas.

La regularidad con las comidas también es importante para evitar cambios bruscos en los niveles de glucosa. Los premios entre horas están desaconsejados.

Cuando un perro o un gato son diagnosticados de diabetes y empiezan a ser tratados es importante permanecer atentos a una hipoglucemia o bajada de azúcar en la sangre, cuya causa suele ser la sobredosis de insulina. Esta a su vez puede ser leve, moderada o grave:

Hipoglucemia leve

Hipoglucemia moderada

Hipoglucemia grave

Ante cualquier mínimo síntoma es conveniente consultar con el veterinario o acudir a una clínica de urgencias.