Ante la puerta del local donde tuvo lugar el encuentro, propiedad de Bahaour Singh (con turbante amarillo). | Pere Bota

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Todos los sijs varones comparten el mismo apellido (Singh) y las mujeres, también (Kaur). El primero hace referencia a la figura de un león, que no tiene miedo a nada, excepto a Dios. El segundo es un sinónimo de princesa.

En Mallorca viven cerca de 2.000 indios, la mayoría de ellos sijs. Todos proceden del norte de la India y están asentados en distintos puntos de Mallorca. Comparten negocios (casi todos tienen tiendas de ropa, de electrónica y restaurantes) y se han asentado en la Isla desde hace ya tres décadas. Uno de ellos, Balram Baswaní ‘Balú', presidente de la comunidad hindú, ya ha cumplido 38 años en Mallorca. Llegó el 10 de enero de 1982, es el primer indio prejubilado y el que mejor habla castellano. Hablar mallorquín no es fácil, aunque algunos lo entienden. La segunda generación es distinta. Los niños lo hablan en el colegio y no todos tienen tanto vínculo con el país de sus padres. Han nacido en Mallorca.

Repartidos

A diferencia de otras comunidades, no viven agrupados en una barriada concreta. «Estamos repartidos. Unos viven en la zona de Ocimax; otros, en la Platja de Palma o Can Pastilla. También estamos en Alcúdia o sa Coma. Por toda Mallorca», afirman.

Al encuentro mantenido este miércoles acudieron Bahaour, Balkar, Paramjeet, Surinder, Gurcharn y ‘Balí', todos apellidados Singh, y Balram Baswaní. Sobre la mesa, té y unos platos con pakora, un aperitivo de verdura y harina de garbanzos con salsa dulce y picante. «En Mallorca hay abiertos más de cien restaurantes indios. Llegamos aquí por temas de negocios. Ahora, todos somos autónomos. En nuestros locales trabajan personas indias y también de otras nacionalidades», afirma Bahaour, que antes vivió en Alemania e Italia. También Paramjeet residió en otros países antes de establecerse en Mallorca: cinco años en Jordania, cuatro en Alemania y seis en Holanda. «Somos trabajadores, sin vicios, gente de familia. Lo mejor de la Isla es su nivel de vida, no hay polución y tiene montaña y mar. Durante la semana trabajamos en nuestros negocios y los domingos nos reunimos en el templo sij de Palma. Los negocios nos han ido bien, pero estamos viviendo también unos momentos duros por la pandemia. Muchos no hemos podido viajar a la India a ver a nuestras familias».

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Balram Baswaní, ‘Balú', lleva 38 años en Mallorca y está a punto de jubilarse. Será el primero.

En busca de un solar para su propio templo sij

Aparte de sus preocupaciones por sus negocios ante la crisis sufrida desde marzo, la comunidad india tiene en mente un proyecto para el que precisa apoyo institucional. «Necesitamos un solar para construir nuestro propio templo. Ahora pagamos un alquiler por el actual, pero nos gustaría tener uno propio. Cada domingo nos reunimos, somos muchos. Siempre tenemos abiertas las puertas para la gente necesitada», afirma ‘Balú'.