Sebastià, dando una buena ducha a uno de los caballos tras una sesión de trabajo en la pista central. | P. Pellicer - Sa Pobla

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La jornada comienza a las 6.30 horas. Jaume Rosselló acude a Quadres Rosselló, en sa Pobla, para ver cómo han pasado la noche los caballos y comenzar la tarea diaria. A esa hora reciben su primera comida. Después, alimenta a los ‘guardianes' de la finca (los perros), gallinas y palomos. A las 8.00 comienza Miquel a trabajar en la limpieza. Las labores terminarán pasadas las 21.00 h.

Todo forma parte de un conjunto, un proyecto vinculado a la atención específica y cuidado de los caballos. En Quadres Rosselló se inició hace tres meses el servicio de pupilaje, un ‘hospedaje en pensión completa' donde el bienestar y la salud del animal son prioritarios. Gestionado por Jaume Rosselló y Jaume Coll, cuenta con 80 cuadras, nueve de las cuales ya están ocupadas. «El pupilaje incluye de todo, desde la limpieza de las cuadras diaria hasta una supervisión constante de los caballos. Además, contamos con un campo de pastura y dos áreas de trabajo para que el animal pueda salir de su cuadra. El picadero tiene 19 metros de diámetro y la pista (creada con arena de mar traída ex profeso por doce trailers), 70 por 25 metros. Tiene una pendiente del dos por ciento y un buen drenaje», afirma Jaume Rosselló.

Rutina y atención

Los caballos están en sus cuadras, con un pequeño ‘porche' en alguna de ellas. El coste del pupilaje al mes es de 200 euros, «uno de los más asequibles y completos en Mallorca. Hay muchas personas que tienen caballos en sus fincas y no tienen tiempo para limpiar sus cuadras, o disponen de poco espacio… Aquí vienen sus dueños a disfrutar de sus caballos, que pueden estar de forma indefinida y siempre contando con servicios que son imprescindibles, como el veterinario y el herrador». La cuadra más pequeña, según la reglamentación actual, debe tener 2,5 por tres metros. «Las nuestras superan esta superficie, con 3,5 por 4,5 metros. El corral exterior cuenta con 8 por 11 metros», señalan. Cuidar los caballos supone trabajar casi 24 horas al día, sin descanso. Cada día hay que retirar la suciedad, barrer, poner una cama nueva…. En invierno se les ducha con agua caliente y después se les coloca una manta térmica. Siempre, después de cada salida del animal de su cuadra. En verano, la ducha es con agua fría después de hacer ejercicio.

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Quadres Rosselló tiene una capacidad para 80 cuadras y ya trabaja con el servicio de pupilaje de los primeros caballos.

«Esto acaba de empezar. Al margen del esfuerzo, es una manera de vivir. Si tienes un buen equipo, no eres esclavo de este trabajo». Quien se encarga de entrenar a caballos a demanda del cliente es Sebastià. También quien los ducha. «Los caballos necesitan rutina y una atención diaria. Aquí les proporcionamos todo lo que pueden necesitar».