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Ana Mayrata ha visto cómo en solo dos días su trabajo como estilista de programas de televisión y de life style para hoteles, más su trabajo en su academia de yoga en Palma dedicada a bienestar emocional (Deva Yoga Shala), pasaban a un segundo plano, tras el éxito de su hijo Joan Mir que el pasado domingo se proclamó en Cheste Campeón del Mundo de Moto GP. Su belleza más que notoria ha llamado la atención de los medios.

Quién se lo iba a decir a usted: madre de un campeón del mundo...
– La verdad es que nadie está preparado para algo tan grande, pero cuando es fruto de un esfuerzo tan enorme de Joan, acabas diciéndote ‘Sí, se lo merece', y sientes que, tras muchos años de lucha, se ha llegado a un objetivo que era la ilusión de tu hijo desde niño. Mi sentimiento es de orgullo y emoción, es saber que, al igual que mi hijo, todos podemos conseguir en la vida lo que nos propongamos, pero hay que trabajar para ello. Nada es gratuito.

¿Cómo es Joan?, ¿cómo ha sido su evolución?
– Es tremendamente sencillo, casero, valora mucho las pequeñas cosas, es de ideas fijas. Vive para y por el deporte desde que era muy niño. Recuerdo que hacía complot con sus amigos más mayores para que lo sacaran de fiesta, para que viviera la vida de un joven de dieciséis o dieciocho años, que tomara alguna copa, pero a él no le compensaba. Él era y es de novias permanentes, de estar en casa, no le gusta la noche, no le gusta el alcohol. Le gusta el deporte, le gusta competir y las sensaciones que eso le produce.

Joan vive al límite sobre dos ruedas. ¿Cómo lo vive usted?
– Lo vivía con mucha confianza, me había preparado espiritualmente para ello y de paso para ayudarle energéticamente. El yoga y la meditación me ayudaron mucho hasta que el año pasado casi se mata en un accidente, a 300 por hora en Brno. Desde entonces me está costando mucho aguantar entera cada carrera, debido al miedo y a la falta de confianza. Sé que he de entregar a mi hijo a su pasión, sé que no soy nadie para ponerle freno a lo que él quiere y tengo que apañármelas como madre para seguir mi vida disfrutando.

¿Cómo ha conseguido afrontar el peligro de la vida al límite?
– El que está en peligro es mi hijo y eso las madres sabrán entender qué significa. Ante el miedo, la madre de un torero reza y yo medito, que al final es lo mismo.

La madre de Joan Mir deslumbra en las redes sociales La madre de Joan Mir deslumbra en las redes sociales
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Cuando nació, ¿sintió que estaba dando a luz a un ser especial?
– Sí, lo tuve con 21 años y sentí, al igual que con mi hijo pequeño Mauro (fruto de su segundo matrimonio), que eran niños especiales. Eran inquietos, incapaces de concentrarse en un cuento o quedarse quietos. A Joan lo traté de hiperactividad con una pediatra especializada, incluso estuvo medicado, pero después se demostró que era falta de atención a los temas escolares. En cambio sobre la moto puede estar horas dando vueltas a la pista cumpliendo los mismos tiempos en cada giro.

¿Cómo consiguió que se concentrara en el deporte y en los estudios?
– Lo perdí, durante unos años me veía como a una especie de mujer malvada que le amargaba la vida. Tenía que luchar para que siguiera estudiando, hasta que yo le dijera que podía dejarlo y continuar con el deporte. Ahí mandaba yo, no él. Hubo un tiempo en que para mí, como madre, lo primordial era que estudiara y consiguiera una base sólida. Fueron años duros en los que me convertí en su enemiga, pero que al final han tenido su gran recompensa. Hoy Joan me agradece todo aquel esfuerzo. Joan hoy es un chico que habla idiomas, que goza de una buena educación y he dejado de ser el poli malo. En la vida hay que saber enfrentarse al no. Por eso el domingo fui entrenada a Cheste. Llegué al circuito entrenada. Más que mi hijo.

Ana Mayrata, con la novia de Joan Mir, junto a la moto del campeón.

¿No le pudo ver antes de la carrera?
– No, lo teníamos prohibido. Estábamos su novia, su padre y yo en la tribuna de familiares y hasta que no salió a correr, no nos dejaron acercarnos a la pista, con el equipo, en el box. Lo vi cuando ya era campeón. En ese momento inolvidable no hizo falta que habláramos, le abracé, le mire a los ojos y él rompió a llorar como si volviera a ser un bebé. Esa conexión madre-hijo es maravillosa.

¿Es un regalo del cielo?
– No, los éxitos son fruto de elecciones conscientes hechas desde el corazón que se materializan en la forma. No son fruto de la casualidad. Si Joan no hubiera realizado elecciones correctas durante su trayectoria y siendo tan joven, rodeándose del equipo que necesitaba, elecciones hechas desde su intuición y desde su corazón, nada habría funcionado. Piense que los veinte pilotos de GP que estaban en la parrilla de salida tenían posibilidades, pero ganó Joan, y ganó por su cabeza. Fíjese que el día de la carrera fue espantoso. La moto no le funcionaba, no encontraba su sitio sobre la moto, para él, mantenerse séptimo durante la carrera le supuso más esfuerzo que la semana anterior tener pódium. Fue una carrera extenuante, agónica. No tomaba las curvas como suele hacerlo. Le sentía raro. Lo consiguió gracias a su fuerza mental.

¿Le da miedo el futuro de estrella que le espera a su hijo? Se habla en las redes también sobre su belleza, usted también será conocida...
– Lo he notado, pero por mí no hay que preocuparse, soy adulta, y que hablen de mi belleza me halaga pero nada más. Me preocupa que mi hijo tenga las bases suficientes para que sea fuerte emocionalmente y siga tomando las decisiones correctas. En lo deportivo sé que es sabio, sabe lo que tiene que hacer para sacar su potencial. Me da miedo que con 23 años se rodee de gente aprovechada en un mundo lleno de tentaciones. Veré los toros desde la barrera para que él elija.