El pintor posa bajo su ‘Frida de fuego’; Kahlo le inspira, «me parece una mujer muy fuerte». | Pere Bergas

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Cuando era pequeño, todavía más, sus abuelos le decían que se parecía a Mafalda, el personaje de Quino, por sus respuestas lógicas, concisas y de difícil refutación. Manuel Díaz, un joven artista madrileño de 8 años, presenta hoy en N12 Art Gallery, en el Passeig de Mallorca, la exposición de algunos de sus cuadros. El leitmotiv de su obra son los diamantes, que sustituyen los rostros de los populares personajes a los que retrata: «La cabeza de diamante es única. Imagina cualquier expresión y, ahora, mira al cuadro de Frida», ordena Manuel mientras señala uno de los cuatro cuadros que componen su colección Frida y los elementos. «La expresión que tienes en mente se dirige al lienzo y, poco a poco, se convierte en realidad. Esa es la magia del diamante».

Desde muy temprana edad el arte llamó la atención de Manuel. «Se podría decir que de pequeño aprendí a andar, leer y pintar», asegura Manuel, que durante el confinamiento explotó su talento. «En la cuarentena descubrí que quería adentrarme más en la pintura. La sensación que más me gustaba es que, cuando pintaba, me sentía libre, era como salir de casa; pintando abría un portal que me llevaba a otro mundo», explica el joven, que nombra a Basquiat, Warhol o Kahlo como sus artistas de referencia.

N12 no es la primera galería que muestra su obra. Desde octubre de 2020, la David Rosen Galleries de Miami, donde comparte espacio con Domingo Zapata, también expone algunas de sus pinturas. Allí el cantante Nicky Jam descubrió su Scarface con cabeza de diamante, que formó parte del decorado de su primer concierto tras la pandemia.

Manuel tiene la cabeza bien amueblada, «pensé en una profesión que compaginara mis dos cosas favoritas, el arte y las matemáticas, y descubrí que quiero ser arquitecto», y sabe cómo gestionar este éxito tan repentino. Eso sí, siempre cuenta con el apoyo incondicional de sus padres, Manuel Díaz y Tamara Domingo, encargados de recordarle al mundo que, al fin y al cabo, Manuel aún es solo un niño. «Nosotros somos la parte menos divertida. Intentamos hacer ver a galeristas, coleccionistas y demás que Manu es un artista, eso lo tenemos claro, pero es un niño: no hay tiempos, no hay prisas. Si quieres cuadros de Manu en la galería no pongas un timing. Manu no es una fábrica y pinta cuando le apetece», concluyó el padre de Manuel, a lo que el niño añadió: «Yo tengo que hacer mis cosas de niño. Me gusta jugar con mis amigos, con mi hermano, hacer deporte y cumplir en el cole».

La emoción se apodera de Manuel, que afirma haber cumplido su sueño: «A los niños les aconsejaría que no paren de perseguir sus sueños. Todos somos diamantes y debemos buscar nuestro lugar para brillar. Yo me centré en el arte y mira todo lo que he conseguido. Mi obra está siendo reconocida y traspasa fronteras. Que persigan sus sueños, que no paren, porque los sueños se hacen realidad». Manuel viste una camiseta con una corona y un corazón, símbolos de su obra y de su postura ante la vida: «Hay que amar con la cabeza y pensar con el corazón». No se trata de un diamante en bruto; en él queda poco por pulir. Ahora el reto consiste en mantener su humildad y bonhomía en un mundo que, a veces, carece de tan preciosos atributos.

Palma, Discreto, Manuel Díaz
Manuel pasará unos días en la Isla con sus padres.