Desde hace 14 años comparten su pasión por la vida y el espectáculo. Jakob Hellman, una figura musical en Suecia, y Karolina Hellman, una prometedora cantante de pop que cambió la canción por el hábito (es sacerdote luterana) forman un matrimonio atípico, inimaginable en esta España católica, donde, para empezar, una mujer no puede ordenarse sacerdote. Ya no digamos estar casada, con hijos, y la firme voluntad de recuperar «mi trayectoria musical en un futuro». Más de un cerebrito del nacionalcatolicismo patrio se quedaría frito. Y lo más sorprendente es que nuestra jovial y esbelta escandinava no precisa abandonar la iglesia para retomar su sueño. Faltaría más. Caramba, si en algo nos golean estos suecos es en amplitud de miras. Karolina se desempeña en la Iglesia Sueca de Palma, su cargo les trajo a la Isla, donde llevan una vida tranquila, sobre todo ella, porque Jakob vive pendiente del puente aéreo, debe ganarse la vida y su mercado está en Suecia.
Tienen claro que «en Mallorca se vive mejor que en nuestro país», afirma Karolina, que hace de intérprete de Jack, quien apenas chapurrea el español, aunque cuando se arranca se le entiende todo.
Su fervor –casi religioso– por la Isla no es la típica exclamación entusiasta del escandinavo impresionado por esta tierra de agua, sol y almendros abatidos por el viento. Y es que Karolina pasó mucho tiempo en Canarias, lugar de residencia de sus padres, y ha podido comparar: «La vida en Canarias es aburrida, esto es más animado, siempre hay algo que hacer».
Jakob Hellman debutó con …och stora havet (1989), un trabajo que marcó un antes y un después en el pop rock sueco. Al punto que la crítica lo describió como «el mejor disco de un artista sueco de todos los tiempos». Treinta años después, sus compatriotas siguen considerándole una figura indiscutible. Su último disco, que vio la luz el pasado mes de enero bajo el título Live från Palma, estuvo en lo más alto del top de ventas en Suecia durante una semana. Jackob fue uno de los artistas que, en plena pandemia, endulzó el confinamiento de cientos de personas con un concierto en el que también cantó Karolina. «Fue un live en streaming desde Palma, y más de novecientas personas compraron tickets para poderlo seguir».
Encuentro
A Karolina se le ilumina el rostro al explicar su primer encuentro con Jakob. «Yo era muy joven cuando debutó pero conocía sus canciones, todo el mundo las conocía. Nunca imaginé que unos años más tarde le conocería y seríamos pareja».
Fue en 2007 cuando se topó frente a frente con aquel muchacho de melena rebelde, compositor con aires de soñador, y empezó una bonita historia que encarna el estereotipo progresista de la familia sueca. Hoy, a base de fuerza, trabajo y talento, sacan adelante sus vidas, que en un futuro podrían separase de Mallorca. «Cuando acabe mi servicio en Palma tendré que ir a otro destino», desliza Karolina con un velo de tristeza.
1 comentario
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No entenc com encara existeixen les religions, són clarament una estafa... amics invisibles que volen cobrar i dir-te com has de viure