¿Por qué abandona lo que tanto le gusta?
–Porque hay que saber retirarse a tiempo y hay que saber envejecer. Ya tengo 86 años y es difícil cortar con la vida activa pero hay que hacerlo con inteligencia. Había tres cosas que quería conseguir como presidente de la fundación. La primera era arreglar la casita en ruinas que está pegada al museo. Arreglada está gracias al Consell de Mallorca. La segunda era trabajar todo lo posible para celebrar el aniversario del Pare Serra como se merece el Santo. Viajamos a América con los entonces príncipes. El periplo acabó con la canonización. La tercera fue lograr la visita a Petra del rey Felipe, al que conozco desde que era un niño y por el que tengo un gran cariño. Y respeto.
¿Cómo surgió esta amistad con don Felipe ininterrumpida en el tiempo?
–Le invité con sus hermanas y primos a visitar los portaaviones americanos y esa visita se repitió muchos años. También estuvieron otros miembros de la Familia Real española. Al conde de Barcelona le encantaba visitarlos, y a los americanos les encantaba recibir su visita. Al Rey le gustaba conocer los barcos nuevos que llegaban a puerto, sobre todo los destructores le llamaban la atención. Hice que un portaaviones le diera la primera placa que ha recibido el Rey en su vida, debía tener 14 años, y lo hice sin pedir permiso a Marivent.
¿Cómo era el Rey de niño?
–Buena persona pero con mucho carácter, sabía lo que quería. Una vez le llevé a un helicóptero sobre la cubierta de un portaaviones. Subió a él, se puso a los mandos y empezó a jugar con ellos. Le dije que no podía hacerlo, pero seguía haciéndolo diciéndome que su padre tenía uno igual. Cuando volvió a tocar los mandos le di un coscorrón. Me miró con cara de asombro pero no dijo nada. Ocho años después me dijo al verme, en casa de Miguel Nigorra, ‘Tromy', porque me llama Tromy, ‘tu eres el único hombre que me ha pegado en toda mi vida'. Cada vez que me ve me lo recuerda, tanto que en una recepción en La Almudaina me dijo: ‘Hoy no me vas a pegar'. Se lo prometí y juré.
¿Cómo consiguió que visitara Petra?
–En mi libro Memorias de un viejo cónsul, que presenté hace un año, hay cerca de quince fotos en las que aparece el Rey. Se lo queríamos dar al llegar a la fundación. Lo cogió y se puso a mostrarles las fotos a sus hijas diciéndoles quiénes eran cada uno de los que aparecían, muchos son hoy sus tíos. Esta anécdota sirve para demostrar cuan cerca hemos estado siempre y lo importante que era para mi esa visita. Ya había estado don Juan Carlos, pero hacía muchos años que no venía ningún miembro de la Familia Real. Así que aproveché la amistad que tenemos, y lo bien que siempre lo hemos pasado juntos, para pedírselo formalmente, y aceptó.
¿Cómo ha sido su relación con el anterior Rey?
–Mire, en América, en Santa Bárbara, le pedí a don Felipe, entonces príncipe, que diera un abrazo a su augusto padre de mi parte. Le tengo mucho cariño y mucho respeto. Al día siguiente, al verme en la cena de gala, vino a mi y me abrazó con fuerza diciéndome que su padre le había pedido que me lo devolviera. La gente desconoce la verdadera personalidad de don Felipe y es una pena.
Nosotros nos iremos pero la Fundació seguirá adelante…
–Mire, el Pare Serra ya es Santo y vuela independiente. En el viaje a América vimos cosas que nos dolieron, falta de respeto a su figura que antes no se producían. Jamás se habían derribado sus estatuas, es más, el Pare Serra es una figura importantísima para los católicos de EEUU, su trabajo es inconmensurable haciendo el bien y ha dejado una huella cultural impagable. Don Felipe vino a Petra a reivindicar la figura de ese santo mallorquín que tanto ha hecho por la cultura americana. Cosa que no han hecho los anglosajones protestantes, por cierto, no han dejado nada de interés.
¿Que ha de hacer una persona para tener éxito en la vida?
–Dar mucho y querer mucho. Hacer las cosas por amor al prójimo no solo por interés. He tenido una gran vida, esa es la verdad.
¿Con qué se quiere despedir?
–Quiero que se sepa que el Rey vino porque se lo pedí, gracias al trabajo de tantos y tantos años abriendo puertas. Por supuesto, contamos con la ayuda del alcalde de Petra, pero esa medalla es mía y quiero lucirla junto a todas las demás. Cuando fui a la primera recepción oficial en capitanía fui con tres medallas falsas, prestadas, ilegales. Ahora tengo muchas, todas legales, y me las he ganado con mucha dedicación y me siento orgulloso de ello. Espero, y sé que así será, que Catalina Font hará un buen trabajo al frente de la Fundació, será una gran presidenta.
1 comentario
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Un gran personaje que dejara su impronta.