Primera recogida de los moluscos, diez meses después de su suelta. | Julián Aguirre

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La primera recolecta de caracoles ecológicos que realiza Manolo Galván refleja su buen estado y la calidad de la alimentación que han recibido estos moluscos. Hace diez meses, este emprendedor que dedicó treinta años al sector del pescado, con un puesto en el Mercat de l'Olivar, decidió en pleno confinamiento crear una granja de caracoles ecológicos en Son Ferriol. «No ha sido una tarea sencilla. He dedicado alrededor de 3.500 horas de trabajo pero estoy muy satisfecho con el resultado».

Manolo Galván, quien sigue como proveedor de pescados para yates y empresas, decidió criar caracoles Bover «porque es un producto que se acerca mucho al marisco. Por algo le llaman el marisco de tierra». El 4 de febrero se soltaron en la finca unos 800 mil alevines, llegados a Mallorca desde una granja ecológica de Castilla y León, con apenas 22 días y más pequeños que una gota de agua. Tras diez meses muchos se pueden poner ya a la venta. «No todos crecen por igual. El tamaño mínimo para ponerlos en venta tiene que estar entre los seis y diez gramos de peso. Incluso algunos con siete gramos no tienen aún la cáscara de adultos, por lo que los elijo uno a uno».

Desde este jueves ya se encuentran los primeros kilos de caracoles de su granja ecológica en los mercados del Olivar y el de Santa Catalina. «También los vendo aquí en la granja, donde además la gente puede venir y verlos. De hecho este verano han venido algunos grupos de alemanes y familias mallorquinas a mirar». Alimentados al cien por cien de manera natural, Manolo Galván quiere promocionar sus primeras recolectas de caracoles Bover a 13 euros el kilo. «A nivel personal estoy muy contento. Y a nivel empresarial todo ha sido meter dinero, aún no he recogido un euro». Cada saquito irá acompañado de una etiqueta numerada por el GBPAE, que es el Consell Balear de la Producció Agrària Ecològica.

Mantenimiento

Los caracoles se deslizan entre la densa vegetación devorando acelgas, espinacas, lechugas, tréboles, coles, etc., que se reponen continuamente. «Este verano con lo que he tenido que luchar es contra el calor. Las altas temperaturas han sido el principal enemigo, pero los caracoles tienen sus propias planchas donde se refugian y están a la sombra». El mantenimiento es constante tanto en labores de limpieza como arreglos en las rejillas, aspersores, etc. «Cada día, al caer el sol, abro los aspersores y salen a pasear. Es un momento impresionante».

Las coles son devoradas por los moluscos de esta granja ecológica.

El caracol Bover o Helix aspersa es una variedad muy apreciada en la gastronomía mediterránea. Se caracteriza por el sabor y la textura de su baba, también utilizada en productos de cosmética. Es de hábitos crepusculares y nocturnos, aunque en lugares húmedos en penumbra y en días de lluvia también es activo de día. En época de sequía se esconde dentro de la concha y se encierra elaborando un tapón llamado epifragma.