Cambio de filosofía. Antes Silvio ideaba piezas como coches, aviones o zapatillas, pero estas nuevas obras de gran formato están centradas en el transhumanismo, es decir, en cómo las máquinas están sustituyendo en el trabajo al hombre, un asunto que le apasiona al artista. | Pilar Pellicer

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Lo que comenzó siendo una afición consistente en recopilar plástico ya usado procedente de los más variados objetos y convertidos en pequeñas piezas, ha derivado en la forma de vida de Silvio Bandolich, un artista argentino, afincado en Palma desde hace cuatro años y que hasta el momento se había ganado la vida como peluquero. A raíz de dar a conocer su trabajo en los escaparates de la tienda Pasatiempos, un grupo de personas relacionadas con el mundo del arte agrupadas bajo el nombre de Custodium Contemporáneo, y que habían comprado algunas de sus piezas, apostaron por el arte reivindicativo de Silvio y le ofrecieron ‘profesionalizarse'. «Estoy muy agradecido porque me han proporcionado un local, todas las herramientas y maquinarias necesarias y un sueldo que me permite vivir de ello», comenta Silvio en su estudio ubicado en al calle Sant Joaquim, en Palma.

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Dos fueron las ‘condiciones' que pusieron los ‘mecenas': que se cambiara el nombre porque consideraban que era más comercial S. Bandolich que Silvio Plástico y que ideara composiciones de gran formato. «Hacer obras de mayor tamaño no es más complicado, lo único es que requiere más tiempo», explica el artista. Para ello debe conseguir más materia prima, es decir, plástico, algo que no le supone ningún esfuerzo. «Por desgracia, el plástico sobra por todas partes y cuento con la colaboración de varias empresas, a las que estoy muy agradecido». Silvio tiene previsto presentar al público cinco de estas obras de gran formato en la feria inmobiliaria Mallorca Home Meeting, que se celebrará en el Velódromo Illes Balears en marzo de 2022.

En sus inicios, las obras de este artista estaban protagonizadas por coches, aviones, zapatillas o superhéroes. Y hace apenas un año su gran ilusión era «contar con su propio negocio de peluquería en el centro de Palma lo suficientemente amplio para que allí pudiera mostrar mis obras. El trabajo de peluquero me encanta y no lo dejaría, pero sí que creo que a medio plazo podré completar mis ingresos con la venta de mis obras», explicaba. Sin embargo, menos de un año después, Silvio ha dejado el peine y las tijeras para entregarse a su pasión artística, centrada en cómo las máquinas están ganando terreno al hombre. Ahora que la suerte le sonríe, Silvio no quiere dejar pasar la oportunidad de agradecer el apoyo a su mujer y su hija. «Ellas han creído más en mí que incluso yo mismo».