José Bauzá en su establecimiento-taller de la calle Santiago Rusiñol, especializado en restauración. | Xavi Solà
En la calle Santiago Rusiñol, a escasos metros de la palmesana Plaça dels Patins, se esconde un taller que guarda secretos de un oficio milenario: José Bauzá es un ebanista que con su trabajo conserva y recupera un patrimonio que ha perdido su lustre. Su actividad consta, básicamente, en el refinamiento y detalle de los trabajos de carpintería, una suerte de restaurador de barrio, para que me entiendan. Hace años conocí a un ‘recuperador' de mobiliario antiguo, me contó que al entrar en una casa no podía evitar hacer una radiografía de los muebles, los cotizaba y tuneaba en su imaginación. Lo hacía de forma automática. Como usted y yo prendemos la luz del baño al entrar. Su perfil era el de un restaurador comprometido con su tiempo, al que la fortuna había bendecido con una clientela de altos vuelos, que acudía a su encuentro al rescate de decrépitas piezas de museo. Literalmente. Como la construcción de alto standing, este gremio no conoce de crisis.
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