Acaba de llegar a Palma Fredy Antonio Fernández, ciudadano de Colombia, de Cali más concretamente. El motivo del viaje es huir de la tierra que lo vio nacer y lo hace por dos motivos: porque al ser empresario se ve atosigado por las bandas que pretenden cobrar la denominada vacuna, o impuesto revolucionario que imponen aquellas a su libre albedrío, y por ser homosexual, perseguido también en aquel país. «No es que no haya libertad sexual, pues en las ciudades grandes se celebra el Día del Orgullo Gay, pero hay bandas de delincuentes que nos persiguen. Por eso tuve que marcharme y al llegar a Mallorca, a través de Cruz Roja, pedir el certificado de exiliado por cuestiones homofóbicas, que me están tramitando».
En su ciudad, Fredy Antonio tenía dos restaurantes que funcionaban muy bien. «Por eso, seguramente, un día me visitaron los miembros de una de esas bandas y me pidieron dinero a cambio de seguridad. La suya. Es decir, si pagaba lo que me pedían, no tendría problemas. De lo contrario, los tendría. Y me pedían, en euros, unos 250 al mes. Mucho dinero en Colombia. Y yo me negué, lo cual no solo los enfureció más, sino que pasaron a la acción. Un día, estando fuera del restaurante, entraron en él y lo destrozaron por completo. Días después me visitaron de nuevo, y tuve que claudicar pagando lo que me pedían, de lo contrario hubieran ido a por un familiar mío, o a por mí directamente. Pero la cosa no terminó ahí, ya que poco después me amenazaron por ser homosexual. Me mandaron una carta diciéndome que me fuera, lo que hizo que mi relación con mi pareja terminara, pues él, más débil que yo, se asustó mucho, lo que hizo que sus padres se lo llevaran a vivir a Estados Unidos, quedándome solo… Mientras pude, aguanté, hasta que un buen día me visitaron a casa. Iban armados, uno de ellos llevaba un rifle que utilizan los policías y el Ejército… Entonces sí que me asusté porque vi que iban en serio… Así que decidí malvender todo lo que tenía, coger ropa y algo personal, meterlo en una bolsa, sacar un billete de avión y venirme a Mallorca… ¿Que por qué Mallorca…? Me vine aquí, no porque viviera algún familiar, o algún conocido, sino porque es una isla, y porque vi que había buena temperatura…».
Haciendo trámites
A poco de llegar, comenzó su vía crucis particular. Visitó Cruz Roja, donde inició los trámites para el asilo por amenazas homofóbicas. En Cáritas miraron de encontrar un lugar donde vivir sin que le supusiera ningún desembolso –con el dinero que le sobró del billete, alquiló por unos días una estancia en un hostal–, pero todos los albergues estaban ocupados, no había plaza en ellos… «Así que aguanté en el hostal, pero el alquiler se terminó el domingo, por lo que desde el lunes vivo en la calle, algo que nunca pensé que podría sucederme. Y más en invierno, donde se aguanta más el hambre que el frío. Y ahora, y más para una persona que viene de una país cálido, como es Colombia, el frío se nota mucho. ¡Y menos mal que a diario me dan de comer en Tardor, que si no…! Porque apenas me quedan unos euros… Por otra parte, también intento encontrar un trabajo, en lo que sea, pero al no tener papeles, nadie me lo da». Nos cuenta que a través de Tardor, se ha puesto en contacto con Ben Amics, donde le han citado para esta semana a fin de buscar una solución a su problema. «Porque lo que es lo demás, intentándote ayudar, te mandan de un sitio a otro, o te citan para otro día. Mientras tanto, has de aguantar, esperar…».
Tiroteos entre ellos
Al preguntarle si algún día piensa regresar a Colombia, contesta, con rotundidad, que no. «Allí no van a cambiar las cosas, tanto por lo de la vacuna como por lo de la homofobia. Porque, como digo, pese a que haya libertad sexual, y por ello bares y discotecas de ambiente, los gais no estamos bien vistos. Y no solo por las bandas, sino en muchos casos por la misma familia. Lo digo porque un amigo mío, que le confesó a su madre que era gay y que quería ser travesti, esta le echó de casa, por lo que está viviendo en la calle, como yo. Por eso, allí, habiendo muerto mis padres, y tal y como están las cosas, no tengo nada que hacer. Y si vuelvo, encima será peor». ¿Y qué hace la policía cuando un ciudadano denuncia ser extorsionado por una banda, o perseguido por ser homosexual? «Pues si se lo cuentas a la policía, o al Ejército, ellos toman nota y te dicen que lo ponen en proceso… Y si pasan semanas, y vuelves a denunciar porque no paran de extorsionarte, te dicen que está en proceso, que te avisarán cuando resuelvan. Pero lo cierto es que nunca se resuelve, siempre la denuncia está en proceso…».
Hay, además, otra cuestión: la inseguridad. Andas por la calle tan tranquilo, y cuando menos te lo esperas te puedes ver metido en una balasera, o tiroteo entre bandas… Porque entre ellos, a nada que unos no respeten las fronteras trazadas entre todos, se disparan a matar, lo cual significa que tienes dos problemas: pagar para que no te destruyan el negocio, y la guerra entre ellos. Y yo, además, otro por ser homosexual. Por eso lo he dejado todo y me he venido a Mallorca. A iniciar una nueva vida. Confío mucho en tener pronto mi certificado de exiliado por amenazas de homofobia, lo cual me facilitará tener papeles en regla, y una vez con ellos poder trabajar y residir sin problemas. Mientras tanto, seguiré comiendo en Tardor y buscando un trabajo con que pagarme una habitación».
La Virgen de la pared
En el rincón de la calle de Santa Fe, al lado de la entrada de la iglesia del mismo nombre, destaca, sobre su pared cuya pintura se va desprendiendo poco a poco, una imagen de la Virgen, y debajo de esta, sobre el suelo, una maceta de la que brota una enredadera que trepa sobre aquella, y que no pasa inadvertida a los ojos de los viandantes, y más en los tiempos que corren, donde la fe ha menguado notablemente… Pero viendo la Virgen y la planta, entendemos que no solo hay quienes tienen fe, sino que, además, lo manifiestan con detalles como este.
Y del conjunto en sí, llama la atención la nota resguardada en un plástico, que ves a medida que te acercas a él, y en la que puedes leer ‘Robar no vale la pena… Deje las flores a la Virgen', lo que viene a decir –al menos es lo que entendemos–, que si no tienes fe, no te lleves la maceta, o no arranques la enredadera... Vamos, que respetes la planta... Que si no eres creyente, hay gente que sí lo es… Aparte de eso, hay que reconocer que la planta pone una nota de buen gusto a un rincón al que no estaría de más que repintaran sus paredes.
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