Javier Simorra en su tienda de Palma | Julián Aguirre

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Javier Simorra (Barcelona 1953) estuvo este martes en Palma. Una visita a su tienda de la Plaça del Marqués del Palmer, donde el diseñador pudo atender y charlar con    clientas de toda la vida. La firma de moda de Javier Simorra, tal y como se la conoce hoy en día, se fundó en el año 1978. Relacionado con la moda desde pequeño, Javier Simorra siempre ha diseñado bajo la premisa de la calidad y el servicio a una clase de cliente muy particular y determinado. Y eso es algo que ya veía de pequeño en el taller de su padre, donde diseñaban y confeccionaban prendas de lujo vinculadas a los trajes a medida y los sombreros de calidad. Empezó su carrera como diseñador con propuestas muy femeninas, como las blusas clásicas de algodón y accesorios must para el día a día, para convertirse en uno de los diseñadores de más prestigio de su ciudad, Barcelona, y reconocido también a nivel mundial.

¿A qué se debe su visita a Palma?
–Me gusta venir dos veces al año, como mínimo. Ahora es la generación de los hijos de mi socio quienes están en primera línea. Yo estoy de mentor y disfrutando de la moda, que es mi pasión.

¿Recuerda su primera colección?
–Sí. La primera colección fue de blusas, cuando tenía 25 años, y lo comercialicé a través del canal multimarca. Anteriormente aprendí en el taller de mi padre, que era sastre modisto y cantaba ópera. Yo sólo cogí la aguja, no canto ni en la ducha. Desafino.

¿Cómo creció la marca Simorra?
–A finales de los noventa abrí tienda propia y actualmente hay más de setenta puntos de venta en todo el país, entre corners, franquicias y El Corte Inglés. La tienda de Palma lleva veinte años y es una de mis favoritas. Pero mi meta no era crecer, era hacer las cosas bien. En 2006 entró Eduardo Dimas, que es mi socio, y ahora la gestión del día a día la llevan sus tres hijos. Yo sigo supervisando, no diseñando.

¿Cuál fue la clave del éxito?
–En moda se evoluciona o mueres. Tan importante es evolucionar como tener una buena gestión y este año tenemos previsto ocho aperturas en España. Desde los inicios fuimos poco a poco, sin estridencias ni volvernos locos. Yo no soy empresario, soy de oficio, un artesano de la moda.

¿Cuál ha sido su prenda icónica?
–Podría decir que tenemos varias. Pequeñas joyas, como las camisas, de un proceso imprescindible al nivel de alta costura para prêt-à-porter. En Simorra trabajamos con la filosofía de que el negocio es consecuencia de un trabajo hecho con cariño y pasión.

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El diseñador con Bárbara Antolí de Enseñat, una de las clientas de la firma.

¿Qué es la moda para usted?
–La moda es una forma de comunicarnos, expresarnos. Con ella hacemos felices a muchas mujeres.

¿Cómo es la mujer Simorra?
–Es una mujer moderna a quien le gusta la elegancia, sin estridencias, y que valora especialmente la calidad de nuestras prendas. El perfil de nuestra clienta ronda los 30 años en adelante.

Recientemente ha regresado a las pasarelas, tras un parón...
–Sí, hemos estado en 080 Barcelona, en una pasarela virtual a través de una videoproyección fantástica. En 2003 mostramos en Gaudí, hasta el 2007, pero luego dejamos de desfilar por temas de estrategias. Ahora hemos vuelto.

¿En algún momento pensó en tirar la toalla en el mundo de la moda?
–No, nunca. De hecho si lo dejase me moriría. Es mi vida. Ahora soy un ilusionador. Tengo un trabajo muy bonito que es el tema de ilusionar. Antes jugaba a tenis, pero desde que me rompí el menisco lo dejé. Tampoco soy de gimnasios. Sí, me gusta leer pero mi hobby es la moda.

¿Qué opina de la moda atemporal o ambigua?
–Pues muy bien. En Simorra tenemos prendas que pueden ser ambiguas y atemporales, ideales para llevar en cualquier estación del año.

¿Cúal es el siguiente proyecto de la empresa, además de las próximas aperturas?
–Estamos trabajando muy bien en el área de lo digital. Tenemos un equipo magnífico. La verdad es que hay un montón de gente maravillosa en la empresa que le da esplendor a todo lo que hacemos. Yo ya tuve mi momento de esplendor.