Que el interior sea el ambiente. Que la luz sea la que propone la naturaleza. Que no haya fronteras entre hospedaje y hogar. Que el canto de los pájaros ponga la playlist. Que estemos cerca y lejos de todo. Una realidad nada virtual es la que propone Alaró Natura, nueve rural suites que persiguen la idea obstinada del relax en su máxima expresión. Y lo consiguen. Basta cruzar su umbral para tomar conciencia, para percibir cómo el metrónomo de la vida se detiene en seco.
Situado en el corazón de Alaró y abrazado por estrechas calles serpenteantes, como las raíces de un árbol, encontramos este hotel que es más bien un refugio sereno y atemporal, donde las sombras de las nubes bailan sobre la piscina, ubicada en un patio abierto con las hechuras de un moderno monasterio en el que reina el silencio, apenas roto por las suaves ráfagas de viento que se filtran desde un cielo sin límites. Dentro de este santuario remoto y próximo a la vez, en armonía con la naturaleza, los huéspedes pueden experimentar la soledad, la privacidad, el escapismo y, si lo desean, la aventura. ¿Por qué no? Aunque si algo escapa del concepto tradicional de ‘hotel' es la singularidad de su propuesta, consolidada en torno a la reforestación.
«Queríamos poner en marcha un concepto de hotel diferente del resto, que estuviera relacionado con la naturaleza», expresa Javier Perelló, propietario del establecimiento. Pero, ¿cómo nace la simbiosis entre ambos? «A raíz de una ley de 1991 que declaraba especies protegidas a una serie de árboles de Balears, bien porque son únicos o porque tienen una edad considerable, pensé que podría hacer realidad mis sueños juntando en un proyecto un negocio con algo que tuviera que ver con la conservación de la naturaleza», prosigue Javier. El tema le fue rodado, contaba con el lugar perfecto, una antigua fábrica de zapatos de Alaró «que compró mi madre, en la que estuvo viviendo en plan hippy durante 25 años». Cuando su progenitora quiso deshacerse de ella, Javier le propuso montar un hotel, no le costó convencerla tras prometerle «una suite en la parte de arriba».
Mara Carrillo, esposa de Javier, resume la filosofía del hotel: «Queríamos dar protagonismo y visibilidad a un hecho tan hermoso como la protección de los árboles, por eso decidimos bautizar cada habitación con el nombre de un árbol incluido en la lista de especies protegidas». Los elegidos fueron nueve referencias entre las que destacan «la Olivera de Cort, que es un árbol que todos conocen; Es Pi de Son Guitard, que está aquí en Alaró, en una finca privada; y el Teix de Sa Granja, que tiene casi dos mil años», agrega Javier. El otro vínculo que une este hotel peculiar con la naturaleza «consiste en concienciar a nuestros huéspedes, por eso en cada habitación hay un pequeño árbol que pueden regar, y después, entre octubre y noviembre, lo sembramos en alguna zona específica pensada para la reforestación de la Isla», concluye Javier Perelló.
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