La autoridad competente: Fernando Corchero, acompañado por Virtudes Gutiérrez, Miguel Gomis y Domingo Ramos.

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Este viernes hablábamos del bullicio instalado en los aledaños del Coliseo Balear con motivo de la celebración de la primera corrida de toros tras el parón obligado por el coronavirus. Ese runrún se convirtió en la noche del viernes en una explosión de fiesta que llenó todos los rincones de los alrededores de la plaza de toros y    evocó ambientes de años pretéritos.

La protesta antitaurina cesó pronto y fue ‘ahogada’ por la gran cantidad de aficionados que acudieron a la plaza, respondiendo en gran número a la interesante terna de matadores que tenía que pisar la arena del coso palmesanol. El variopinto público que pobló los tendidos vino a demostrar que el ‘arte de Cúchares’ está todavía muy vivo y arraigado en Mallorca, aunque todavía es precipitado anunciar que existe un firme resurgimiento de la fiestas de los toros.

Este viernes se puso el punto final a una temporada taurina que poco a poco intenta abrirse paso ante la multitud de obstáculos con los debe, nunca mejor dicho, ‘lidiar’. El presente, si tomamos como referente el festejo de anoche, es prometedor, siempre y cuando al público se le presente una oferta atractiva, tanto con toreros de renombre en el escalafón, como con un ganado que de antemano despierte el interés del aficionado y presuponga una cierta garantía para un desarrollo normal de la lidia.

Los matadores David Fandila ‘El Fandi’, Manzanares y Roca Rey tuvieron el tirón suficiente para atraer a la gente a la plaza y poner punto final de manera brillante a una breve temporada taurina que deberá tener continuidad en el tiempo. El objetivo ahora es seguir ofreciendo festejos para asentar las bases de un espectáculo que muchos intentan, de manera insistente, presentar como muerto.