Las videollamadas se han generalizado tras la pandemia de COVID. | rawpixel.com

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La pandemia de coronavirus ha catapultado el uso de las videoconferencias, ya sea para educación, trabajo o hasta con amigos y familiares. Sin embargo, no todo son ventajas. Muchos usuarios notan cierta incomodidad y hasta presión durante estos encuentros online. Es lo que un estudio de la Universidad de Sandford, en Estados Unidos, ha denominado 'fatiga de Zoom'. Esta sensación se explica por varios factores, contrapuestos a las situaciones cotidianas, que tensan -voluntaria o involuntariamente- a quienes están detrás de la pantalla. Jeremy Bailenson, autor del informe, lo asimila a un encuentro en un ascensor: distancias cortas y rostros muy cercanos. Estos son, en concreto, los puntos que el experto sostiene que intervienen en las videollamadas y nos cansan más.

1. Vemos de cerca muchas caras y de muy cerca. Esto nos da la sensación de que nos miran a nosotros durante todo el tiempo, aunque no sea cierto. La mente siempre está alerta y nos sentimos vigilados, cosa que repercute en una mayor tensión corporal y mental, que cansa más.

3. Nos vemos a nosotros mismos durante un periodo prolongado. Este hecho no es nada habitual, ya que normalmente solo vemos nuestro rostro en un rápido vistazo al espejo o a alguna foto, por lo que es otro factor de estrés.

4. El hecho de estar en un contexto doméstico, fuera de la oficina, supone un contraste y, para algunos, un esfuerzo el hecho de mantener el comportamiento propio del mundo laboral.

5. La videollamada es una forma de comunicación estática y antinatural. Normalmente, cuando mantenemos una conversación, podemos cambiar de postura. Sin embargo, la limitación al cuadro de visión de la webcam contribuye a aumentar la fatiga.

Para evitar en la medida de lo posible el agotamiento que producen tales factores, los expertos recomiendan usar un teclado externo para alejarnos del monitor y evitar la fatiga visual, que supone el contacto prolongado y cercano con la luz azul de la pantalla; reducir o eliminar el recuadro en el que nos vemos a tiempo real y, si es posible, hacer lo mismo con el resto de integrantes.