Juan Solivellas y su mujer, Françoise Saporta. | R.U.

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A principios de la década de los 90, el diseñador de moda Juan Solivellas (Campanet, 1934) comenzó a trabajar en mejorar la degradada imagen de Vía Verí, en Palma, para convertirla en ‘la calle de la moda'. Los locales de la pequeña, estrecha y peatonal vía fueron despertando su glamour con nuevos inquilinos y propietarios gracias a su precursor, Juan Solivellas, que falleció el pasado 10 de julio. Con tal motivo, y coincidiendo con la Nit de l'Art, un evento que Solivellas frecuentaba año tras año, su familia celebrará mañana un homenaje para recordar el interesante legado que ha dejado, tanto en la moda como en el arte.   

«Mi padre adquirió dos edificios de Vía Verí, en los números 5 y 7, a principios de los 90 y puso en marcha el proyecto de la plaza del Rosario, donde antes aparcaban coches y ahora podemos ver ese alargado y curvado banco para sentarse, y así arrancó su peregrinación para convertir la calle Verí en una especie de Vía della Spiga (Milán). Habló y convenció a Gianni Versace y su hermano Santo, quienes abrieron aquí la primera tienda de España. Les siguió Emporio Armani y otros diseñadores y marcas como Max Mara, Escada, etc», señala Verónica Solivellas, quien junto a su madre, Françoise Saporta, y su hijo, Alejandro Sobrón, han organizado esta exposición homenaje. «Era un hombre que se hizo así mismo, muy trabajador y visionario. Somos una familia de diseñadores, aunque yo quise estudiar ingeniería, ya que veía sufrir mucho a mis padres y prefería ser ingeniera, pero fue una catástrofe y le dije a mi padre que prefería dar la vuelta al mundo. Me dijo que me dedicara a la empresa familiar. Con el tiempo creé unos cuadernos de tendencias, con el apoyo del Govern balear, que tuvieron mucho éxito, con propuestas de calzado y bolsos tanto para hombre como para mujer».

Fachada de Solivellas París, con el espectacular escaparate, que abrió en Jaume III.

Alejandro Sobrón, quien sigue los pasos creativos de su abuelo, observa una de las fotografías de la exposición.

Juan Solivellas se quedó huérfano de padre a los cuatro años. Con 14 años su madre le envió de aprendiz a un taller de sastrería en Inca. A los 24 años viajó a París. La firma Balenciaga le propuso trabajar con ellos, pero no aceptó y se incorporó a otra marca francesa, con la que comenzó a conocer a gente influyente. En mayo de 1968 regresó a Mallorca junto a su esposa, Françoise Saporta, a quien conoció en París. Solivellas montó entonces una fábrica de moda prêt-a-porter de lujo femenina y junto a los arquitectos Paolo Santini y Louis Bachoud abrieron la primera tienda Solivellas París en Jaume III. Alejandro Sobrón, su nieto, ha heredado su creatividad y desarrolla en el estudio en el que trabajaba Juan Solivellas piezas únicas en joyería escultural.