Morro y dos amigos quitaron las planchas, pero se las han encontrado donde estaban. | Click

TW
2

A mediodía llegamos a la Plaça d'en Coll, de Palma, que es una conocida plaza, con restaurantes, cuyas sillas y mesas ocupan la parte autorizada por el Ajuntament, quedando el resto para uso de cualquiera que pase por allí.

Y acudimos a la plaza atendiendo la llamada de Juan Morro, un ciudadano de a pie, que acostumbra a estar cada día un rato allí, donde en ocasiones coincide con otras personas con las que se relaciona. Incluso hay días que va a uno de los establecimientos, pide una lata de cerveza y se la toma sentado en una especie de banco de piedra que forma la entrada del aparcamiento subterráneo que hay frente a la fuente vandalizada, ubicada en el centro de aquel espacio urbano.

Morro quiere denunciar, primero, que alguien ha colocado una serie de planchas metálicas, con un cilindro metálico que emerge más o menos medio metro en su centro, lo cual impide sentarse cómodamente en dicho banco de piedra.

«Cansado de verlos ahí –dice Morro, señalándolos– he ido al Ajuntament a denunciarlo, pero allí me han dicho que lo haga en la Policía, cosa que también he hecho, pero como si nada, ya que esas planchas siguen ahí, señal de que no me han hecho ni caso. Y esas planchas, que no tiene ningún sentido que estén ahí, están ocupando un espacio que pertenece al ciudadano».

Pues bien, como los días han ido pasando sin que nadie hiciera nada, Morro y dos amigos, agarraron las susodichas planchas y las esparcieron por toda la plaza, pero dos días después se las volvieron a encontrar donde estaban. ¿Las volverán a retirar...?. Porque ellos insisten en que ese espacio que ocupan es público. Por tanto, las planchas no deben de estar ahí. Lo suyo sería que Cort interviniera, ¿no?.

Fuente vandalizada

Por otra parte, y abundando en lo que denunciamos hace unas semanas, que algunos monumentos, esculturas y fuentes de Palma han sido, no solo vandalizados, sino que, además, siguen estándolo, como, por ejemplo, la fuente que hay en dicha plaza. Preciosa, coronada con el escudo de Ciutat, pero pintarrajeada, con agujeritos, manchas…¡Y sin agua! Lo decimos porque su grifo hace tiempo que dejó de manar agua.

Pues ahí también lo dejamos...

Queja vecinal

Nos llama un vecino de la calle Caballero de Asphelt, sita en Son Forteza sur, para denunciar deficiencias «no solo en este calle, sino también en otras cercanas». Y para que no haya la menor duda de ellos, nos remite fotografías.

El vecino nos dice que muchas de las aceras de esa calle, y próximas a ellas, «están rotas, y la calzada llena de socavones y con bastante suciedad».

Se queja también de que las papeleras que hay en dicha calle se pasan días repletas, sin que nadie las vacíe. «Y lo peor es que en ellas no solo dejan papeles o cartones, sino que dejan también restos de comida, que huele y huele… ¡Y en verano, para qué le cuento! O mejor, pregunten a los vecinos de la planta baja que tienen una de esas papeleras cerca. Ellos se han quejado varias veces al Ajuntament, pero ha sido en vano, pues las papeleras repletas siguen estando ahí».

Farolas  oxidadas

El enfado del comunicante no termina ahí, sino que ahora, y también con toda la razón de su parte, insiste en las deterioradas y estrechas aceras que hay en la barriada, y no solo por lo difícil, que es desplazarse por ellas, «sino porque en ellas hay farolas, lo que impide que pueda pasar un cochecito de niño o una silla de un minusválido. Y encima –añade– la mayoría de ellas tienen las baldosas levantadas, o rotas, por lo cual es fácil tropezar y caerse. ¡Ah!, y para colmo, a algunas de las farolas colocadas sobre las aceras… Pues si uno se fija bien, sobre todo en su base, casi pegada al suelo, observará que se están pudriendo. Que el óxido se las está comiendo».

Por último, señala que frente a algunos vados han desaparecido las rayas amarillas que impiden aparcar. «Y eso que el propietario de vado paga por ello».

Lo único que se nos ocurre decirle a este vecino, aparte de que tenga más paciencia, es que los responsables del buen funcionamiento de la ciudad, no suelen caminar mucho por ella. De lo contrario, no estaríamos hablando de estas cosas.