Si el censo de habitantes de Palma no deja de crecer, es de suponer que también lo haga el de las mascotas, cuya presencia en las calles de Ciutat ha aumentado de forma exponencial. Si usted cuida de una –aunque habitualmente es a la inversa…–, sabrá lo engorroso que resulta bañarla en casa. María Casado y Miguel Oliver, una pareja de emprendedores, se ha volcado en un proyecto que quiere facilitarle la vida. Con esta vocación nace Babetes Wash, un acogedor centro de autolavado situado en plena calle Aragó, donde podremos asear a nuestra mascota sin ponerlo todo perdido, y además ahorrarle la dura experiencia del clásico autolavado al aire libre.
«Aquí estamos a la temperatura ideal para bañar a un perro… a un hurón, una cobaya, un gato o la mascota que quieras», apunta María, una madrileña que cambió la capital por sa Roqueta al conocer a Miguel. Ambos tienen sus respectivos trabajos, el autolavado es una «inversión a largo plazo» que no necesita su presencia porque se «lleva solo». Abre de forma ininterrumpida de 09.00 a 22.00 horas, 365 días al año, «controlamos la apertura y cierre de forma domótica desde el teléfono móvil». Aunque en ese arco horario no suelen estar, «nos pasamos tres veces por semana para revisar el instrumental de limpieza, recargar el antical de la máquina e higienizar las superficies que pisan los perros; y si un día vemos por la cámara que ha venido un animal muy grande y ha dejado mucho pelo nos pasamos lo antes posible para limpiar», agrega María.
Perros grandes, medianos y pequeños de todas las razas pasan por el autolavado, y claro, tanto ajetreo ha dejado varias anécdotas. Nuestra protagonista elige una entre risas: «Bueno, aunque pasa con muy poca frecuencia, alguna vez me ha tocado limpiar las cacas de un perro. A algunos les da un poco de miedo bañarse y se lo hacen encima». Aunque siempre hay un final feliz, «una vez que los han bañado y secado acaban súper felices, corriendo y jugando con sus dueños». Afirma que este es un trabajo «muy gratificante, a veces cuando vengo a hacer el mantenimiento y hay alguien bañando al perro me gusta quedarme mirando, lo disfruto mucho».
Visita
En el transcurso de mi visita, Miguel Sánchez irrumpe acompañado de su hermosa husky Maia y aprovechamos para inmortalizar el baño. Tal como avanzaba María, Maia se resiste a ponerse bajo el chorro del agua. Sin embargo, transcurridos ocho minutos –que es lo que dura el proceso de limpieza automática–, la preciosa Maia pasea animada por el acotado espacio del lavadero agitando la cola y realizando evidentes gestos de satisfacción. Miguel, el otro cincuenta por ciento de Babetes Wash, añade que esos ocho minutos comprenden «el lavado, desparasitado y secado en la máquina, que es similar a la de un autolavado de coche».
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