El grupo de mujeres denominado ‘Entre sexdones', de la Asociación de personas con lesión medular y otras discapacidades físicas (Aspaym), y de la Asociación balear de esclerosis múltiple (Abdem), han visitado la tienda erótica Claudia Marco para conocer y ampliar nuevos horizontes en la sexualidad femenina, y en concreto en la sexualidad de las mujeres con discapacidad física. El objetivo de esta experiencia, impulsada por Iván García, educador social y sexólogo especialista en personas con diversidad funcional, del servicio de Accesibilidad Sexual S.A.S, ha sido defender los derechos sexuales y bienestar de las personas con discapacidad, así como concienciar que la sexualidad de las personas con diversidad funcional es un aspecto más de su vida, que tiene que tomar fuerza y visibilizarse.
«Es importante tener en cuenta que la sexualidad no solo es una función biológica –afirma Iván– sino también una fuente de intimidad y de comunicación de sentimientos y afectos. Por lo tanto, los derechos sexuales de las personas con discapacidad se deben reconocer y garantizar como parte de los derechos humanos universales basados en la libertad, dignidad e igualdad. Porque si negamos la condición sexuada de una persona, la estamos negando como persona».
Las mujeres, tras ascender por la rampa a la tienda, se fueron situando en su interior dejando un espacio para Iván y Claudia, quienes, a lo largo de casi dos horas, compartieron información sobre sexualidad, productos eróticos y recomendaciones personalizadas. Antes del comienzo, observamos como una de las asistentes a esta reunión muestra a dos compañeras un satisfyer, posiblemente el juguete erótico más solicitado en los últimos tiempos. Las tres lo miran, a su vez se miran cómplices y sonríen. Más tarde, una de ellas, mujer con esclerosis múltiple, comenta: «Negarme como mujer sexual y sexuada, es negarme como persona. Somos mujeres de alas y no de jaulas».
Una visita eficiente
Poco antes de iniciar la dinámica, o clase de orientación, Iván nos anima a ponernos en el lugar de ellas... «Invitamos a la sociedad –dice– a preguntarse si han pensado alguna vez en personas con discapacidad física, por ejemplo, en silla de ruedas, visitando una tienda erótica, o manteniendo una relación sexual… –Iván hace una breve pausa para cerciorarse de que todos estamos pendientes de lo que dice y piensa decir en adelante–. Parece ser que no muchas personas piensan en ello, pues les asocian una serie de tributos entre los que destaca la asexualidad y el infantilismo. Formar parte de este ‘silencio' en pro de una asexualidad que les atribuye ‘el ajeno', suma al propio curso discapacitante de las vidas de estas mujeres, las barreras de una sociedad heteronormativa, coitocentrista, capacitista y patriarcal, que dicta cómo han de ser ellas física, psíquica y sensorialmente, y por lo tanto sus relaciones sexuales. Así se originan una serie de barreras que se manifiestan en las dificultades en el acceso a escenarios comunitarios que tienen que ver con las relaciones interpersonales (sociales, de ocio, tiempo libre...) y las derivadas de la falta de adaptación técnica de los espacios de índole sexual. Por ello –añade–, visitar una tienda erótica, y contar con asesoramiento profesional a la vez, permite no solo conocer un amplio abanico de posibilidades para el desarrollo de tu vida sexoafectiva, sino que rompe muchas barreras y creencias que la sociedad piensa sobre la discapacidad física, a la vez que les permite derrumbar las propias».
Produce un impacto positivo
Estas mujeres no son menores eternamente, como piensan algunos, sino mujeres sexualmente activas que toman decisiones sobre su vida, sobre cómo quieren sentirse, con quién, dónde y de qué manera. Y para autoayudarse, ¿qué mejor forma que ampliando conocimientos sobre productos de apoyo erótico y sexuales adaptados y elegidos en función de sus deseos y las características personales y específicas de su discapacidad?
«Los prejuicios, las barreras, las etiquetas, la falta de educación sexual… –continúa con su exposición Iván–, hacen que muchas personas se ruboricen por el mero hecho de ver una chica con parálisis cerebral infantil, por ejemplo, tocando o eligiendo un producto de apoyo de salud sexual. Un succionador de clítoris, pongamos por caso».
Otra de las asistentes, mujer con distrofia muscular, alinea su opinión con la de Iván: «Sí, también me indigna que haya mucha gente que piense que las mujeres con diversidad funcional no sienten placer, no tienen deseos y que son menos deseables que el resto de las mujeres».
«La respuesta a las necesidades sexuales, que pueden, o no, ir acompañadas de una dimensión afectiva –retoma el uso de la palabra Iván– va a permitir a la mujer expresarse sexualmente consiguiendo así una mejor calidad de vida, ya que repercute en un menor grado de ansiedad, depresión, irritabilidad y preocupación por su cuerpo, teniendo un impacto positivo en su vida social, familiar y laboral».
Romper ciertas creencias
Por ello, hay que remarcar que la visita a la tienda erótica no es un hecho aislado, sino que se trata de una salida organizada y estructurada, con la finalidad de dejar claro que cada persona ha de vivir su sexualidad y su erótica como más le guste. «Y contar con ayuda suficiente para acceder a tan magnífica experiencia les va a permitir sentirse deseadas, quererse más, tomar decisiones en sus prácticas afectivo sexuales, resolver y compartir inseguridades, entender mejor la importancia del autoerotismo, explorar posibilidades que se complementan con la atención que ofrece el servicio de accesibilidad sexual S.A.S, romper con ciertas creencias y tabúes, combatir la falta de deseo originada por situaciones asociadas a la discapacidad e incluso a situaciones de vulnerabilidad, discriminación y opresión, etc. Y una vez en el local –concluye su exposición Iván–, se crea un espacio íntimo y compartido, en el que surge una sinergia que va más allá y que va a permitir que la mujer con discapacidad viva su sexualidad y su erótica como más le guste. Así pues, la comunidad puede generar oportunidades en torno a la sexualidad de las personas con diversidad funcional, sólo hace falta la buena voluntad y una educación sexual en su sentido amplio, que transmita que existen tantas sexualidades, placeres y deseos, como personas hay en el planeta Tierra».
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