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Frenar, apagar el teléfono móvil, quitarse el reloj de la muñeca y adentrarse en la naturaleza puede ser una gran terapia contra el estrés y el ritmo delirante del día a día. El Jardí Botànic de Sóller se convirtió el viernes en el escenario de un baño de bosque, «una práctica de bienestar donde, a través de los sentidos, conectas con el medio natural que te rodea. Te permite aterrizar en el presente y tiene beneficios en la salud fisiológica, demostrados por la ciencia, como la estimulación de las células natural killer, encargadas de atacar a las celulas cancerígenas, o la regulación del sistema hormonal y cardiovascular, además de los beneficios a nivel de salud mental», expresa Malena Bibiloni, bióloga, educadora medioambiental y comunicadora del Jardí, y guía certificada de baños de bosque por la organización Forest Therapy Hub.

Con las puertas del Jardí cerradas al público, en mitad de un silencio solo interrumpido por el piular de las aves y el paso de los vehículos, el bany de bosc empezó a las 18 horas. Antes de arrancar, Bibiloni les indicó a los presentes cómo funciona la actividad. «El bany de bosc no consiste en ‘abrazar árboles', en ir a reconocer flora y fauna o en recorrer el bosque en un tiempo determinado. Se trata de un paseo en el que debes dejarte llevar por la intuición, abrir los cinco sentidos y conectar contigo mismo y con la red de la vida. Al final, es una educación ambiental automática: cuando observas que nada te separa del entorno, no lo dañas. El paseo de hoy durará dos horas y media y no realizaremos ni un kilómetro: eso nos indica el ritmo que buscamos», explicó Bibiloni, miembro-fundadora de la Associació Banys de Bosc de Balears, fundada en 2019.

El baño de bosque tiene origen en el Japón de los años 80, allí se le llama Shinrin-yoku, adentrarse en la atmósfera del bosque; esta actividad invita a la relajación, a sumergirse en mundos a menudo imperceptibles. A lo largo del baño de bosque y guiados en todo momento por Bibiloni, los asistentes realizaron una serie de actividades: un simple paseo a un ritmo muy pausado; breves meditaciones; una búsqueda y recolección de plantas y flores aromáticas; la exploración un rincón del jardín a libre elección, o la experimentación con el agua de las canales y estanques del Jardí que, aunque no sea un bosque, es apto para esta actividad por la gran variedad de flora y fauna que lo habita, además de ser accesible para personas de todas las edades. Pero tal y como explica Bibiloni, «todas estas propuestas no son obligatorias. Aunque compartan tiempo y espacio, no existen dos personas que realicen el mismo baño de bosque: cada persona se debe dejar llevar por aquello que le dicta el corazón y el propio paseo».

El baño de bosque guiado tiene una peculiaridad; mientras que invita a la autonomía del participante, también empuja a la reflexión conjunta. Después de cada actividad, que se realizaba de forma individual, los participantes del baño formaban un círculo y compartían sus sensaciones brevemente o completaban una frase propuesta por la guía. «Es el primer baño de bosque que hago. Me ha parecido una experiencia muy gratificante, que brinda paz y relajación. Cuando prestas atención, todo lo que ves, el mundo que se abre ante tus ojos, es infinitamente increible, no somos conscientes de la cantidad de vida y movimiento que existe en la naturaleza», expresa Bel Simonet, una de las participantes. Acabadas las actividades y con el sol poniéndose, en homenaje al origen japonés del baño de bosque, se celebró una breve ceremonia del té, donde los presentes realizaron una última reflexión sobre las sensaciones vividas.