Trui colabora con el Concert de la Lluna a les Vinyes desde su primera edición, más que una colaboración se ha convertido en una tradición…
–Total, es una tradición y es una familia, fíjate que nos reunimos para plantear la organización en una mesa desayunando ensaimadas. Es una familia.
Más allá del sonido y el escenario, ¿de qué aspectos se ocupan?
–Estamos en el equipo organizativo y llevamos la parte de producción técnica e infraestructuras.
¿Ha cambiado mucho el despliegue técnico del concierto desde sus inicios?
–Sí, y cada año intentamos que vaya a mejor.
¿El mallorquín es solidario?
–Yo creo que sí, pero también pienso que la sociedad en general debería ser más solidaria, incluyéndome a mí.
¿Qué dimensiones tendrá el escenario?
–Es un escenario muy grande para el espacio que tenemos, no podemos hacerlo más grande porque tendríamos que invadir las viñas (risas).
¿Con qué despliegue humano contarán para esta cita?
–Van diferentes departamentos. De la parte de estructuras pueden ser unas quince o veinte personas; la parte de instalaciones eléctricas unas cuatro o cinco, y luego la parte técnica unas doce personas.
¿Cuándo nace su pasión por la música?
–Un 4 de abril de 1983. El día que nací mis padres me transmitieron su amor y respeto por la música. Y creo que al que no le guste la música tiene un problema grave.
¿Cómo ha cambiado su gremio desde sus inicios?
–Más allá de las tendencias musicales, los gustos y la gente, lo que más ha cambiado el negocio del promotor ha sido la tecnología.
¿Con voluntad pero sin metodología de trabajo podrían haber llegado tan lejos?
–Imposible. Cuarenta y cinco años de empresa, seriedad y lealtad no se pueden alcanzar solo con voluntad.
¿Cómo valora que su labor ponga color a la vida de la gente?
–Creo que todos los que estamos en este mundillo lo valoramos mucho, el momento de lágrima que surge en esos momentos no tiene precio.
La pandemia dejó claro que en su sector el trabajo no es fácil, además de esporádico, y el gobierno les trata fiscal y tributariamente como si fueran trabajadores normales cuando en realidad no lo son. Imagino que el reciente Estatuto del Artista, que incluye novedades sobre jubilación, desempleo y protección social habrá sido un alivio…
–Claro, son pasos que ponen en valor nuestra dedicación y trabajo. Este estatuto es un paso fundamental para que se reconozca nuestra labor, y espero que en el futuro se siga mejorando.
A tenor del sobrecoste logístico, ¿la contratación de un artista es una operación de riesgo en la Isla?
–Siempre lo es, pero además vivir en una Isla comporta otras dificultades, como, por ejemplo, el otro día para el concierto de Sabina uno de los camiones con material de estructuras tuvo un problema y estuvo a punto de quedarse en Valencia, si no viene no se hace el show. Tuvimos que tirar de contactos para traerlo, nos generó un estrés terrible.
¿Entra dentro de los planes a corto-medio plazo del Grup Trui la organización de un festival de varios días?
–Sí, más a corto que a medio plazo, pero no puedo decir más...
¿Cuál es la parte más desagradable de su oficio?
–Dormir poco y el sol en verano, porque todo lo demás es agradable. Tenemos un equipazo detrás brutal.
¿Ser inmune al desaliento es imprescindible para ser un buen promotor?
–Es uno de los pilares para ser un promotor sostenible y también levantarse rápido cuando te caes.
¿Qué día le costó más levantarse?
–Muchos, pero todos me dejan cosas positivas.
¿Cuándo fue la última vez que cogió un avión para ir a un concierto?
–Hace unas semanas fui a ver a Coldplay a Barcelona.
¿Tomó nota?
–No tomé nota de nada, fui con cuatro amigos y disfruté como un enano (risas).
Decía Gay Mercader, el promotor musical con la mejor hoja de servicios del país, que el promotor vende entertainment, la cultura es otra cosa. ¿Comparte su opinión?
–La comparto. Pero no hay un departamento de entretenimiento por lo tanto entramos en cultura, aunque la realidad es que nosotros ofrecemos experiencias y entretenimiento a la gente.
¿Cuál es el artista más generoso con el que ha tratado?
–Varios, pero diré Manolo García.
¿Y una anécdota que le removió por dentro?
–Un día que Manolo García tenía que tocar y no paraba de llover. Me dijo: ‘No te preocupes, lo pasamos a mañana, o al otro. Esto lo vamos a sacar adelante como sea'. Se me quedó grabado.