Luis, en silla de ruedas, en silla de ruedas en el lugar en el que se cayó. | Click

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Tal y como adelantamos aquí el pasado jueves, la responsable del negociado de Infraestructuras de Palma, Belén Soto, acompañada por miembros de su equipo, visitó el tramo de la calle General Ricardo Ortega todavía no reformada, y se entrevistó con sus vecinos, explicándoles como está la situación de la misma y lo que se va a hacer para reformarla en su totalidad. Luego, acompañados por estos, recorrieron dicho tramo, viendo el estado del mismo, en cuanto a aceras, calzadas, desagües y árboles, cuyas ramas pueden desprenderse a la menor ventolera que haya -como ocurrió la anterior semana-, cayendo sobre los coches aparcados.

Al margen de esto, lo cual no es poco, se entrevistaron también con los vecinos damnificados a causa del mal estado de las aceras, gran parte de ellas levantadas por la fuerza de las raíces de los árboles.

Dos caídas con consecuencias

Hablamos con dos de ellos, Luis Ruiz García, jefe de cocina jubilado, que solía darse grandes caminatas a lo largo del día y que cuidaba de su esposa, y Carolina Hernández López, trabajadora, casada y madre de dos hijos. A ambos, un accidente que tuvieron en dicha calle, a causa del mal estado de las aceras, cambió sus vidas.

Luis, como hemos dicho, era un gran andarín, con largos paseos en su haber desde que se jubiló. Ahora, a raíz de una caída que tuvo a causa del mal estado de la acera, vive en una silla de ruedas, por lo cual, ¡adiós, paseos, adiós! y lo más lamentable de todo: no puede prestar la atención necesaria a su esposa.

«Fue en 2022. Venía caminando por la acera, tropecé y me caí, dándome con la frente contra el escalón de un bar que hay a pocos metros, produciéndome una herida de cinco centímetros en la frente, sobre el ojo derecho. La cara se me quedó como si me hubieran pegado una paliza, ensangrentada y amoratada. Y al intentar levantarme vi que no me podía mover, ya que me había quedado sin fuerzas en las piernas. En realidad, desde entonces no he podido volver a caminar, por eso voy en silla de ruedas a todas partes. Y como no vivo en una planta baja, sino en un piso, cuando se rompe el ascensor me tengo que quedar en casa. Aparte de que en ella he tenido que colocar una silla especial en la bañera para poderme duchar, y lo que se dice estar pendiente de mi mujer, ya no puedo», encargándose de ella su hija, que le ha acompañado a la reunión. «Para ello -nos dice su hija-, he tenido que cambiar el turno de mi trabajo. Y cuando yo no puedo, es mi hermano quien se ocupa de ella».

Tras el accidente que le ha dejado en silla de ruedas, Luis Ruiz puso la correspondiente denuncia en la Policía Local, y en cuanto a si Cort se ha preocupado por su estado, «pues salvo hoy, que han venido, no. Me refiero al anterior Ajuntament. Nadie se ha interesado por mí». Por ello piensa poner una denuncia, «hablaremos con un abogado y lo haremos, porque ya ve como he quedado, sin poder hacer nada. Mientras tanto, sigo yendo a rehabilitación».

Embarazada de ocho meses

Por su parte, Carolina Hernández, que puede caminar, «eso sí, con cuidado, sobre todo cuando voy por estas aceras, que ya ve como están», nos dice que tiene muy claro que va a denunciar al Ajuntament, «pues, una vez que tuve el accidente, lo denuncié en la Policía Local y en la Oficina de Atención Ciudadana, y hasta hoy nadie se ha interesado, como si no hubiera ocurrido nada, cuando sí ha ocurrido».

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Carolina Hernández muestra el lugar en el que tropezó. Foto: Click

Y ha ocurrido que Carolina, cuando tuvo el accidente provocado por el mal estado de la acera, estaba embarazada de ocho meses -nos dice, en el mismo lugar donde se cayó a causa del desnivel de los ladrillos que colocaron para ocultar el hueco que había dejado un árbol que tiraron-. Me caí, me rompí el escafoides de la mano izquierda y me golpeé en la rodilla, a la vez que noté mucho dolor en el abdomen durante unas semanas. Afortunadamente, el golpe no afectó para nada a la niña que llevaba dentro, que, afortunadamente, nació sin problemas. Pero, en cuanto a mí, ya me ve. Sigo con el brazo en cabestrillo, pudiéndolo mantener en alto solo unos segundos, y sigo yendo también a rehabilitación. Y como no puedo trabajar, no cobro, por lo que vivimos con lo que gana mi marido.

Carolina, que tiene muy claro que va a denunciar a Cort, califica la calle General Ricardo Ortega, «al menos hasta hoy, como la peor calle de Palma», sin entender tampoco «por qué se paró la reforma a mitad de calle, si era reforma total. O por qué no se empezó la reforma por esta parte de calle en vez de por la otra».