Albons fue despedido por todo lo alto en el Club Nàutic Portitxol, su club de toda la vida. | Nautimedia

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Con 67 años cumplidos, Tomeu Albons nunca había navegado en la clase Laser. Harto de las complicaciones que conllevan los cruceros, decidió hacerse con una embarcación de esta versátil clase de vela ligera. Por sugerencia de su compañera de viaje, Xisca Fiol, muy aficionada a todo lo relacionado con la monarquía, le puso de nombre El Emérito, en homenaje al rey Juan Carlos I. Después de solo cuatro meses entrenando con su nuevo barco y habituándose a una clase en la que nunca había navegado, Albons se lió la manta a la cabeza y cargó El Emérito sobre su autocaravana para dirigirse al puerto de Douarnenez, en la Bretaña francesa. El motivo del viaje era participar, del 9 al 15 se septiembre, en el Campeonato Europeo de la International Laser Class Association (ILCA), junto a algunos de los mejores navegantes de esta clase.

El trayecto

Xisca y su entrenadora, Carla Paoli, le acompañaron en el viaje, que comenzó el pasado 5 de septiembre en el Club Nàutic Portitxol, su club de toda la vida, que despidió a su navegante por todo lo alto. Tras cruzar en ferri hasta la Península, recorrieron en apenas un día los 1.380 km que separan Barcelona de Douarnenez, dejando atrás ciudades como Perpinyà, Tolouse, Burdeos y Nantes. «Como objetivo, me conformaba con poder culminar los seis días de regatas, con tres pruebas por jornada», explica Albons. «Teniendo en cuenta que había entre los participantes grandes campeones, incluidos algunos olímpicos, no esperaba tener un gran resultado», reconoce. Sin embargo, de los 182 participantes, quedó en el puesto 31 de la clasificación general. Nada mal para alguien que hasta hacía cuatro meses nunca había navegado en esta clase.

Tomeu Albons, junto a Xisca Fiol y Carla Paoli, su entrenadora.

No todo fue un camino de rosas. Durante una de las pruebas, se golpeó en el ojo contra la botavara de otra embarcación, abriéndose la ceja. «Me dijeron que me tenían que poner puntos, pero eso hubiera supuesto abandonar la prueba, y preferí acabarla», narra. A pesar de este contratiempo, la experiencia colmó las expectativas de Albons, hasta el punto de que regresó a Mallorca con un barco nuevo. «El Emérito ya tiene 15 años, es un barco viejo y muy poco competitivo. Así que le compré el suyo a uno de los participantes, el mexicano Luis Barrios, que quedó noveno en el campeonato», explica.

Así, tras la entrega de trofeos, Albons, junto a sus acompañantes, se subió a su autocaravana con dos barcos en la baca para regresar a Mallorca. «Ha sido un verdadero palizón, pero ha valido la pena. Ahora estoy deseando empezar a entrenar con mi nuevo barco en el Club Nàutic Portitxol», asegura el dueño del sucesor de El Emérito, que todavía no ha sido bautizado. «Seguramente le pondré un nombre en homenaje a mi entrenadora», adelanta.