Pere Ferrer, director insular de Artesanía del Consell de Mallorca. | Pilar Pellicer

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Pere Ferrer es director insular de Artesanía del Consell de Mallorca y ha seguido muy de cerca la aprobación por parte del Parlamento Europeo del acuerdo que abre la puerta a la protección de productos artesanos singulares a través de la figura de la Indicación Geográfica Protegida (IGP).

¿Cómo valora esta iniciativa por parte de las instituciones europeas?
—Llega en el mejor momento. El 12 se septiembre se abrió una puerta que puede ser muy positiva para algunos productos singulares mallorquines, como los siurells, la tela de llengos y la llatra. Algunos productores viven un momento crítico debido a la proliferación de imitaciones que inundan el mercado, contra las que hasta ahora no tenían protección. Las IGP, una vez se creen, darán protección, reconocimiento y visibilidad a los productos, así como garantías a los consumidores sobre la autenticidad de lo que compran.

Una vez se ha abierto esta puerta, ¿cuál es el procedimiento para crear nuevas IGP de productos artesanos?
—Debe ser una asociación la que solicite la creación de la IGP. En caso de que no exista ninguna asociación que pueda representar a los productores del producto en cuestión, deberá crearse. La asociación debe solicitarlo a la Dirección General de Comercio del Govern balear, que tendrá que remitir la petición al Gobierno central, que se encargará de registrarlo en la Comisión Europea para su aprobación definitiva.

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Parece un proceso largo y complejo.
—Lo es, pero desde el Consell de Mallorca estamos a disposición de los productores para ayudarles en todo lo que necesiten. Su trabajo es la artesanía y el nuestro la administración pública, así que pueden contar con nosotros. Por nuestra parte, nos hemos preparado: nos hemos reunido con la Dirección General de Comercio del Govern para coordinarnos y aunar esfuerzos, y también con la Dirección General de Calidad Agroalimentaria y Producto del Govern para aprovechar su experiencia en la tramitación de las IGP agroalimentarias de las que ya disfrutamos. Existe una sintonía total entre nuestras administraciones en este tema.

¿De qué plazos estamos hablando hasta conseguir las nuevas IGP?
—Una vez el Gobierno aprueba registrar el proyecto en la Comisión Europea, mientras la IGP se tramita en instancias comunitarias, habilita una protección nacional temporal para esos productos. De esta forma, ya en 2024 podríamos contar con esa protección transitoria, aunque la creación definitiva de la IGP se prolongue algún tiempo más.

¿Qué productos cree que podrían acogerse a esta protección?
—Deben ser productos icónicos hechos en Mallorca y que tengan alguna singularidad que los haga únicos frente a otros similares que se elaboren en el resto de la Unión Europea. Esto dejaría fuera a a algunos productos muy emblemáticos de nuestra Isla, como el vidrio soplado, o las greixoneres de barro, a pesar de su alta calidad. Sin embargo, los siurells, la tela de llengos o la llatra sí cumplirían todos los requisitos.

¿Cuál será la letra pequeña de todo esto?
—El reconocimiento con una Indicación Geográfica Protegida viene acompañado de exigencias para los productores que quieran acogerse a ella. Es un gran paso que da protección y visibilidad al producto artesano, pero ha de venir acompañado de un compromiso con el pliego de condiciones que marcará las características, proceso de elaboración y materias primas de la IGP. Pueden aparecer contradicciones, como el hecho de que un productor mahonés de queso de cabra no puede vender su producto como Queso Mahón-Menorca porque el pliego de condiciones de la DOP exige que sea de vaca para estar bajo su paraguas.