Grupo de amigos, junto a sus hijos, crearon en la casa particular de Ana Belén Blancat, en Marratxí, diferentes escenas y pasajes del terror. | Pere Bergas

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El terror nunca fue tan divertido. Las calles del centro de Ciutat y sus barrios periféricos se llenaron ayer de pequeños monstruos, brujas y fantasmas con motivo de Halloween. Con el ocaso, niños y niñas salieron disfrazados a la calle con ganas de pasear dando sustos y llamando a los timbres de las casas para recibir caramelos y chucherías. Pequeñas almas que deambularon junto a sus padres, también disfrazados y participando en esta celebración que cada año cuenta con más seguidores en toda Mallorca, pese a que en la zonas turísticas no había ni un alma.

La barriadas palmesanas de Son Ferriol, sa Indioteria, Son Roca, Can Capiscol, Santa Catalina, Son Rapinya, La Vileta, entre otras, estuvieron muy concurridas por los pequeños fantasmas, las brujas y los dos disfraces de moda: La Monja y Miércoles.

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¿Truco o trato?

Muchas son las casas, garajes y locales de particulares que fueron decorados para la ocasión, con telarañas, carabelas, tumbas, luces de colores y monstruos en movimiento, recibiendo a vecinos y amigos que se acercaban a disfrutar de una sensación terrorífica.

La casa de Ana Belén Blancat, en Marratxí, y por sexto año consecutivo, se convierte en destino de muchos que tras llamar al timbre y preguntar ¿truco o trato? son invitados a sumergirse en un escenario de terror. Dentro esperan catorce amigos escenificando momentos terroríficos. Risas y miedo que tienen, al salir del recorrido, una dulce compensación, caramelos para endulzar el mal momento.

Brujas, verdugos, jorobados amos de llaves, muchos payasos, enmascarados de La Purga, enfermeras zombies, ángeles y demonios, entre otros, deambularon por Son Ferriol. Muchas familias prepararon su hogar con telarañas, luces y proyectores, como la de Tomàs Font, una de las más concurridas. «Toda esta locura empezó con mis padres. Les gustaba mucho viajar a Estados Unidos y empezaron a traer decoración y se nos fue de las manos».