Una noche con mucha alma

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Desde el 1 de noviembre muchas flores ya se han marchitado y los disfraces han encontrado su lugar en el fondo del armario. Pero nunca es tarde para recordar a los que ya no están –pero que siempre nos acompañan–, y disfrutar de la Nit de les Ànimes. Tras aplazarse el pasado sábado a causa de la meteorología, el Parc de la Riera acogió en la tarde de ayer esta fiesta de tradición isleña, que corresponde a la víspera de Tots Sants, recuperada en 2015, cuando se digitalizó el fondo del escritor y folklorista Rafel Ginard, que la menciona en los cuadernos manuscritos de su Calendari Folkòric de Mallorca.

Las familias comenzaron a llegar al parque alrededor de las 17 horas; lo primero que hacían los pequeños era pasar por el pintacaras donde, con el rostro blanco y los ojos oscurecidos, se convertían en unas ànimes llenas de vida. Después participaron en varios talleres: rosaris ensucrats, fanalets y marionetas llenaron sa Riera de color. Los niños aprendieron a superar sus miedos con Les bubotes malvades, un cuento de Víctor Uwagba quien, a través de la magia de la percusión, les enseñó que no hay que tener miedo de recordar a los seres queridos que se fueron, y que las bubotes, el miedo y la tristeza, desaparecen con la fuerza de nuestra voz interior.

La Nit de les Ànimes también fue una buena oportunidad para conocer los misterios del Cementeri de Palma. Los intérpretes Glòria Sánchez, Coke Martín y Rafa Fiol, encarnando varios personajes de la cultura popular mallorquina, realizaron once visitas teatralizadas donde conocer la historia, arquitectura y evolución del camposanto de Ciutat.

En el apartado musical, destacó el concierto infantil de Cucorba, con clásicos indiscutibles como Joan Petit o la música tradicional de Roada, que invitó al público a bailar jotas, boleros y ball de bot en el anfiteatro de sa Riera.

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Y a las 20.30 horas llegó el momento más esperado, con el gran correfoc de la Nit de les Ànimes, protagonizado por las colles palmesanas Dimonis de Es Cau des Boc Negre y Enfocats, cuyas ànimes i dimonis, bajo el influjo de la batucada Deixonats, quemaron 40 kilos de pólvora para el regocijo del público, que no dudó en bailar sin freno bajo los paraguas de chispas doradas.