Ladrillo a ladrillo, lo que empezó en el año 1932 como una pequeña fábrica de juguetes en Billund, un pueblo de Dinamarca, ha terminado por convertirse en la empresa de juguetes más grande del mundo. Fue un 28 de enero de 1958 cuando el carpintero Ole Kirk Cristiansen patentó los mursten (ladrillo en danés), la semilla de un imperio que va mucho más allá de los juegos de construcción con los que la mayoría de nosotros hemos disfrutado en nuestra infancia. Con motivo delDía Mundial de Lego, que se celebra este fin de semana, hablamos con dos mallorquines, uno de nacimiento y otro de adopción, cuyas vidas están marcadas por este pequeño ladrillo de plástico.
El ingeniero Marc Clapés (Palma, 1991) trabaja desde 2015 en la sede mundial de la compañía en Billund. El mallorquín entró como parte del departamento de Product Technology en el que integraba el equipo encargado de diseñar los componentes mecatrónicos de los juguetes como motores, sensores, mandos de control remoto, cajas de baterías... En marzo del año pasado pasó a Research & Development (Investigación y Desarrollo), el departamento que gestiona el proceso industrial desde que el brick cae en un molde de inyección hasta que es colocado dentro de su caja.
«El Día de Lego no se celebra dentro de la empresa. No sé exactamente por qué», asegura Clapés, que tras empezar como ingeniero de base, ascendió a Senior y ahora ostenta el cargo de Manager. Marc y su mujer, que también trabaja en la compañía danesa, han sido padres por primera vez y cuenta que «la empresa nos ha regalado una caja de Duplo, un producto para niños con animales, números... Me gustaría que su primer Lego fuese algo creado por mi como uno de los últimos que hice: un brick que emite sonidos», confiesa.
Coleccionista
En una nave industrial del polígono de Marratxí, el empresario alemán de la construcción Holger Becker (Colonia, 1961) guarda parte de la que es, según él, la colección de Lego más grande de España formada por más de 250 figuras valoradas en unos 40.000 euros. Residente en la Isla desde hace 22 años, explica que «con tres o cuatro años ya jugaba con ellos. Mira, acabo de encontrar una pieza en el bolsillo del pantalón (ríe). Para mi, Lego significa olvidar absolutamente todo: el estrés del día, el trabajo, los clientes... todo. Sólo concentrarme en esto y dejar lo que me envuelve».
«Monto muy pocas cosas que vende Lego en lotes, la mayoría las construyo yo. Son obras únicas. Compro en internet piezas por toda Europa para las construcciones. Por ejemplo, monté una Torre Eiffel de tres metros de alto, ellos venden una que solo mide un metro y medio», afirma. Becker explica que la construcción más grande que tiene es «el castillo Neuschwanstein de Baviera. Es famoso porque parece el de Disney. Tiene 4 metros de largo, 1,40 de ancho y 1,60 metros de alto. Tardé nueve meses en construirlo durante los fines de semana y por las tardes. Habré estado unas 500 horas hasta terminarlo».
Sobre los proyectos para el futuro, el empresario señala que, tras tener un espacio en el centro de Palma donde guardaba su colección, ahora busca un lugar de más de 150 metros cuadrados para instalar «una gran exposición de Lego, una zona para que jueguen los niños y una tienda».
Que grande !!! y que buenos tiempos. En los años 60 ya jugaba con Legos. Nada que ver que las posibilidades de creación que hay ahora. En aquellos años creo que no existía nada de piezas con componentes eléctricos. Asi y todo hacíamos construcciones brutales.
1 comentario
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Que grande !!! y que buenos tiempos. En los años 60 ya jugaba con Legos. Nada que ver que las posibilidades de creación que hay ahora. En aquellos años creo que no existía nada de piezas con componentes eléctricos. Asi y todo hacíamos construcciones brutales.