Cuatro parejas; Pilar Gadaña y Luis Brunet, Toni Gil y Ainhoa Parro, Pedro Mesquida y Juana Mari Coll, y Jaume Santandreu y Miquel Ángel Castell desvelan como se conocieron y viven San Valentín | Julián Aguirre

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El amor casi siempre aparece sin avisar. En ocasiones durante la juventud y en otras cuando ya se es algo más mayores. Quizás el primero no fue el amor ideal para toda la vida. Ni el segundo, ni tampoco el tercero, y pese a los desengaños amorosos y relaciones fallidas, las personas siguen siendo, en cualquier momento, la diana de las flechas de Cupido. Lejos de la parte más comercial de esta festividad, muchas parejas celebran el día de San Valentín con románticos gestos como ramos de flores, tartas en forma de corazón, cenas y otros pequeños detalles.

Pilar Gadaña y Luis Brunet, propietarios del desaparecido Forn de la Missió de Palma, llevan 50 años casados. «En octubre haremos 51 y estuvimos cinco de novios. Pilar era amiga de mi hermana Francisca y salíamos a pasear por la plaza del pueblo de Santa Margalida», recuerda Luis, que cada año aparece con un precioso ramo de rosas rojas. La pareja, muy conocida en el centro de Palma ya que durante 40 años trabajando en su horno hicieron muchos amigos entre su clientela, han tenido tres hijos y actualmente disfrutan de una maravillosa jubilación viajando y saliendo a cenar. «Luis ha sido siempre un hombre muy trabajador. La familia y el horno han sido su vida. Y claro que hemos discutido mucho, pero si hay respeto todo se supera. De él destaco su bondad y nobleza», confiesa Pilar. Por su parte Luis, quien mira a su esposa como el primer día que la cogió de la mano, añade que «siempre ha sido una gran mujer, una madre maravillosa y una gran compañera de vida. He depositado mi total confianza en ella siempre».

El comerciante Pedro Mesquida y su esposa Juana Mari Coll se casaron hace 33 años. «Le pedí matrimonio a los 28 días de conocerla y 11 meses después nos casábamos», comenta Pedro. Padres de dos niñas, la pareja destaca la unión familiar por encima de todo. «Me enamoró su sonrisa. Juana Mari es una mujer que contagia su positividad y alegría. Es una gran madre, amiga y compañera ya que llevamos muchos años las 24 horas juntos, pero tenemos un lema, nunca irnos a la cama enfadados», asegura el empresario. Por su parte Juana Mari confiesa que «cuando lo conocí quedamos para cenar y le di plantón, pero luego ví que no era el fantasma que parecía (sonríe). Tenemos mucha complicidad y respeto. Él es muy cocinillas y muy familiar». Pedro es un romántico de los pocos que quedan y confiesa que «siempre le regalo un ramo de 11 rosas, por que la flor número 12 es ella».

Toni Gil, expropietario del restaurante Caballito de Mar, conoció a Ainhoa Parro hace 19 años. «Ella vino a una cena de despedida de soltera que celebraba su prima, en el restaurante y fue como un flechazo a primera vista. Es una mujer transparente y sin filtros. Es mi equilibrio, una madraza y la mejor pareja de vida. Nos lo pasamos muy bien y disfrutamos de la vida en cada momento», comenta Toni.

El exsacerdote Jaume Santandreu lleva poco más de un año casado con Miquel Ángel Castell a quien conoció hace más de una década. «Nos casamos porque cuando estuve ingresado en el hospital y vino a verme, la enfermera le dijo que si no era familiar mío no podía pasar, por lo que decidimos firmar los papeles», señala Santandreu. La pareja se lleva 25 años, algo que no impide que destilen felicidad. «Jesús dijo que si hacíamos algo por los pobres nos daría cien veces más y la vida eterna. Yo me siento recompensado, multiplicándolo por 200 por ciento, al haberme puesto a Miquel Ángel en mi vida», comenta el que fue párroco durante 60 años. «Si la Iglesia no fuera tan rara y considerara que pudiéramos casarnos, seguiría de cura». Respecto a si celebran el día de los enamorados, Santandreu es tajante. «Nosotros hacemos lo que hacen muchas parejas que se quieren, lo celebramos cada día».