El papel del aprendiz es clave para conocer este oficio, que hoy corre el riesgo de perder las técnicas tradicionales por culpa de los nuevos peinados y cortes que no dejan de salir en TikTok, como si fuesen una revolución en toda regla sin tener detrás unas bases consolidadas de formación y experiencia. Así lo cuenta Mario Vich en el libro (autogestionado), titulado Evolución de un oficio. En él, recuerda la figura importantísima que tuvo su familia Vich para preservar el negocio y ser conocidos en Palma por sus auténticas revoluciones –estas sí eran revoluciones– en el peinado y en el corte. «El problema de hoy en día, que antes no pasaba, es que cualquiera puede abrir una peluquería tener un título».
En este sentido, una de las críticas del sector de peluqueros, y que recuerda Mario en esta entrevista, es que los becarios no cuentan con horas suficientes para aprender bien el oficio: «El Estado debería establecer prácticas de uno o dos años para aquellos que quieran ser peluqueros o peluqueras. Actualmente, el tiempo prácticas obligatorias son 300 horas. Por eso considero que el propio sistema destruye profesiones como estas».
Sin un aprendiz, o un mozo, nadie llegaba lejos. Su padre Juan Vich veía a su abuelo, Miquel Vich, desde abajo: «Sus primeros pasos –relata en las páginas– fueron cogiendo una escoba, que era su herramienta que le acompañó en las tres peluquerías que ha regentado». Y así hasta que uno se vuelve profesional y con suerte maestro, como le pasó a esta familia de visionarios: «Mi padre –Juan– creó un sistema de trabajo propio. Eran los años setenta, la época de la Transición. Para ello, tuvo que aprender en París y Londres. Traía a Mallorca todo lo que aprendía. Mi padre fue el primero en hacer los primeros peinados punk», rememora Mario.
Su abuelo, Miguel, dejó a su hijo Juan la peluquería de Sant Miquel, llamada Alta Peluquería Hermanos Vich. «Era un lugar de encuentro de la sociedad balear». Era la época del café Moka Verd, Ca'n Serra des Plats o La Filadora. Sin embargo, «la generación de mi hermano Berto y mía no lo tiene fácil, ya que nuestros antecesores han puesto el listón muy ato», reflexiona Mario.
Formación
La peluquería da un giro a su negocio y a partir de marzo impartirá allí mismo formación a profesionales del sector que quieran mejorar en técnicas de peluquería de hombre. Mario Vich ha preparado ya unos cuadernos y vídeos –disponibles en Udemy– con la herencia de su familia de maestros.
Estos cuadernos no solo servirán para la formación presencial, sino que ya cuenta con alumnos online de América Latina. Entre los temas que imparte, está la disminución (degradación) alta y media, el corte parisién o el afeitado. El próximo día 28 de febrero presentará el libro en la peluquería y el dinero recaudado irá destinado a la Fundación SOM.
7 comentarios
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Grande Mario!, sois unas máquinas toda la familia!, enhorabuena!
Pronto abrirán farmacias sin titulación, consultas médicas, gestorías, etc. Todo sea para dar facilidades a los recién llegados, no sea cosa que nos llamen racistas.
Mario i Berto, uns autètics cracks en tots els sentits.
Llevo 60 años iendo a Juan Vich, luego sus hijos, Berto y Mario, corte a tijera y navaja, todo un lujo, pero un corte perfecto. Está peluqueria no es solo cortar el pelo, es amabilidad y simpatía, poder chafardear mientras te hacen un trabajo perfecto. Sales como un señor. Seguid así y quedan pocos como vosotros. Bravo.
En El Arenal en una manzana hay cuatro peluquerias regentadas todos por arabes...
Hoy en día te tropiezas con una piedra y caes dentro de una barbershop ( me niego a llamarles peluquerías) dudo mucho que esos establecidos tengan el título de peluquero. Todos los "cortes" que hacen son iguales , nunca verás a un chaval salir de allí con los pelos "pincho" o con un degradado bien hecho, la higiene de muchos de ellos ( que no todos) deja mucho que desear.
Efectivamente, muchos de los que abren establecimientos no son peluqueros; se ponen a cortar -generalmente a muchachos venidos de otras latitudes- y sale lo que vemos. Sienes y cogotes pelados, con "plumero" encima de la cabeza. Todos iguales entre si. Es lo que hay. Afortunadamente, quedan algunos de la vieja escuela.