Veterinaria holística
Complementa las prácticas habituales con el análisis exhaustivo del entorno físico y anímico del animal
El veterinario introduce un conejo en una de las cámaras de recuperación. | P. Bota
Cuando en 1817 el escritor francés Stendhal visitó Florencia se sintió tan aturdido por su deslumbrante belleza que sufrió palpitaciones. A esa reacción se la bautizó como ‘síndrome de Stendhal'. Ignoro si existe algún tipo de respuesta psicosomática que traduzca el impacto sobrecogedor que transmite una mirada. En especial si esa mirada va acompañada de una historia capaz de enternecernos en lo más alto de la ‘escala Stendhal'. Es el caso, la historia, de Gris; la gata del mismo color que aparece en estas páginas, dueña de una mirada más profunda que la fosa de las Marianas. Me encontraba en la sala de espera de un centro veterinario especializado en animales exóticos, aguardando a ser recibido; en ese impasse pude escuchar la historia de esta ‘peludita' que pudo sortear su triste destino gracias a la intervención del veterinario Diómedes Sánchez, de Peludets. «A Gris le dieron cuatro días de vida, estaba destrozado y decidí pedir una segunda opinión», explica su propietario. Esa decisión les cambió la vida.
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