Imagen de las motos ante la Catedral, momentos antes de tomar la salida. | Francisco Ubilla

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El rugido de las motos podía escucharse a lo lejos desde las nueve y media de la mañana de este domingo en el Passeig Marítim, justo delante de la Catedral. Los cerca de 150 vehículos inscritos en la Volta Internacional a Mallorca de Mototurismo, que este año ha celebrado nada menos que su cuadragésimo octava edición, se fueron concentrando tras la línea de salida de la prueba. Por delante, un recorrido de 240 kilómetros y un día entero por algunas de las carreteras más emblemáticas de la Isla para los amantes del motociclismo, con las curvas de la Serra de Tramuntana y sus imponentes vistas como trayecto más venerado. La comida, en Pollença, y el fin de fiesta, en el legendario bar de moteros Los Últimos Mohicanos, en la carretera de Manacor a la altura de Algaida, donde se celebró la entrega de trofeos y un sorteo de obsequios.

«Es una prueba abierta a todo el mundo y a cualquier tipo de moto, independientemente de la cilindrada y las características, aunque normalmente participan motos más bien grandes», explica Gerard Reta, vocal de Media Milla Sports Club, entidad organizadora de la vuelta, puntuable para la Copa de España y el Campeonato del Mundo de Mototurismo. «Es la prueba de mototurismo más antigua de Mallorca, y somos el segundo motoclub más veterano de España. Celebramos nuestro 50 aniversario hace dos años», destaca.

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«El evento tiene una gran tradición y los participantes son muy fieles. También vienen muchísimos asistentes a ver la salida. Se juntan unas 2.000 personas cada año», añade Reta. «Entre los participantes hay de todo, desde campeones mundiales hasta aficionados. La mayoría son mallorquines, pero también se desplaza gente de la Península, Portugal o Francia», destaca.

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Uno de los participantes fieles es David Alonso, quien tiene a sus espaldas una decena de ediciones y ha venido con un grupo de amigos. «La hemos hecho entera muchas veces, pero en esta ocasión solo haremos una parte del recorrido. Ya tenemos 50 años y vamos a otro ritmo», se excusa. «Lo que no decae es nuestra pasión por las motos y el ambientazo que se crea en cada edición. Siempre te quedas con ganas de volver el año que viene», asegura.

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Por su parte, a sus doce años, Mariana Quintero participa en la Volta por segunda vez en su vida, y va a hacer el recorrido completo junto a su padre, Mahicol, quien le ha transmitido la pasión por las motos. «Es precioso poder hacer esto juntos. El año pasado, mi mujer vino a ver la salida y lloraba de emoción al vernos arrancar juntos», rememora. «De las motos, me encanta el sonido y la velocidad», señala Mariana. «Los paisajes son de lo mejor de este recorrido. Y también, por su puesto, el ambiente: hay muchísimas motos y todo tipo de gente, y al final somos todos amigos», añade su padre.

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Para Marisa González, es la quinta vez. «Vengo con mi marido, y siempre nos encontramos con conocidos. Es un evento muy emotivo en el que compartimos nuestra afición, y encima hoy hace un día precioso», celebra. «La salida y la Serra son los momentos más bonitos de la jornada», destaca.