Imagen del vecino de la calle Manacor Jesús Molina, que considera que el desalojo de los okupas argelinos de un edificio del Arenal de Llucmajor ha sentado un precedente. | Click

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Muchas son las cosas que han ocurrido desde la última vez que hablamos con Jesús Molina, el ciudadano que vive en la calle Manacor, vecino de un solar okupado propiedad de la SAREB (Sociedad de Activos Financieros Procedentes de la Reestructuración Bancaria), situación que le está acarreando numerosos problemas. Por eso nos citamos con él, para que nos cuente cómo está el tema, es decir, si sigue okupado, si los okupas se han ido, si hay fallo por parte del juez...

«Las cosas siguen igual –se lamenta–. El solar continúa okupado por Santiago, que sigue recibiendo a sus amigos y haciendo tertulias, fuegos y torradas, y también continúan las peleas y discusiones entre ellos. Por otra parte, la sentencia dictada en el juicio de desahucio (26/2024) ya es firme, por lo que es de esperar que en los próximos días la SAREB solicite del Juzgado su ejecución y, consecuentemente, el Servicio Común de Notificaciones y Embargo señale un día y una hora para llevar a efecto el lanzamiento. Pero –advierte, ya que él ha sido procurador en los tribunales y además es licenciado en Derecho, por lo que entiende– de nada servirá si el día señalado para ello, el Ajuntament de Palma no se coordina con la SAREB y le obliga a que dicho lanzamiento se lleve a efecto con los medios personales, es decir, con la comisión Judicial con auxilio de la policía, con un cerrajero que cuente con una cizalla... ¡Ah! y sería conveniente también la colaboración de una protectora de animales que se haga cargo de los cuatro pollitos que hay por el solar, pollitos que los han traído estos días seguramente para poder retrasar el desahucio, alegando un posible maltrato animal».

Dicho lo cual, Molina insiste en que «el que esté presente la SAREB es fundamental, primero para hacerse cargo de la propiedad y segundo para que retire el vallado actual, totalmente antiestético e ilegal, y tapie el solar a fin de que no vuelva a ser okupado. De lo contrario, si lo dejan tal cual está ahora, seguro que lo okupan de nuevo, lo que supondría iniciar un nuevo proceso judicial para el que se necesitarán otros 3 o 4 años».

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Por supuesto, Molina ha leído, como casi todo el mundo, lo que ocurrió hace una semana en el Arenal de Llucmajor, cuando la alcaldesa ordenó el cierre, tras el desalojo, de la casa en la que se habían instalado unos okupas argelinos, más que nada para preservar la integridad de estos dado el enfado monumental que tenían los vecinos de los alrededores del inmueble por su okupación, y también porque el arquitecto municipal alegó que en este había inminente riesgo de derrumbe. El Ajuntament ordenó el cierre exprés y la Guardia Civil lo supervisó, «lo cual –dice Molina– es sentar un precedente. Porque si allí, en menos de un día de okupación los echan de la casa okupada, ¿por qué no hacen en los demás sitios okupados lo mismo? Porque si allí el problema eran los argelinos, aquí, y en otras partes, son los okupas, algunos tan o más violentos que aquellos. Okupas que tenemos que aguantar meses y más meses hasta que haya una resolución judicial... Porque aquí, los vecinos de la finca anexa al solar okupado sufrimos noches de insomnio a causa de las fiestas y alguna que otra trifulca que organizan el okupa y sus invitados y ahora, encima, estamos padeciendo poco menos que una invasión de cucarachas, hormigas, ratas, arañas... y las consecuencias que ello conlleva, que no son pocas. Quiero decir que el local está infectado, por lo que las Ordenanzas Municipales obligan a la propiedad no solo a tapiarlo, sino a desinfectarlo».

Eso por una parte, en la que Jesús vuelve a hacer hincapié en que, si en Llucmajor la alcaldesa ha resuelto el problema en menos de un día... «Sí, dirán que ha sido para prevenir males mayores –reflexiona en voz alta–. Pero ¿no les parecen pocos los males que padecemos, mes tras mes, año tras año, las personas que de algún modo sufrimos una okupación? Si en Llucmajor se ha tomado esa decisión, lo cual es sentar un precedente, para defender la integridad física de los okupas ante el malestar de los vecinos ¿por qué no se hace lo mismo con los otros okupas, que no abandonando el lugar no hacen más que perjudicar a propietarios del inmueble okupado y vecinos del mismo? ¿Por qué en Llucmajor sí, y en otros sitios hay que esperar? Y encima allí va la Guardia Civil y cierra a cal y canto los accesos al inmueble. En cambio, a mí, por defender mis derechos, por negarme a abrirle la puerta del solar a Santiago, el okupa, después de estar 15 días desaparecido, habiéndola dejado abierta mientras que la llave del mismo estaba a disposición de la SAREB en el juzgado, me detienen y me llevan a los calabozos, donde pasé la noche entre vómitos y orines sin que al día siguiente, cuando me dejaron en libertad, me dieran ninguna explicación de nada. Y todo porque la situación legal actual de la okupación en España está así: situación legal que nos han traído los llamados ‘partidos progresistas’. Aunque por las experiencias, y a la vista de otras legislaciones de nuestros socios europeos, podríamos llamarles partidos ‘regresistas’».

Por otra parte, Jesús sigue con la mosca detrás de la oreja cada vez que mira hacia la pared del edificio en el que vive, pared pintada de amarillo con una pintura de considerable grosor en algunas zonas –matiza–, que le hace pensar que el día menos pensado pueda arder, y más haciendo fuego como se hace en el solar okupado. «Pedí que me enseñaran el documento del jefe de bomberos de Palma en el que, dicen, se certifica que esa pintura, tal como está en esa pared, no es inflamable. Lo pedí, como digo, pero me lo denegaron. Entonces, pensando en lo que sucedió hace unos meses en un edificio de Valencia, que en apenas unos minutos ardió por los cuatro costados a causa de cierto material que tenía, he pedido un informe a un aparejador, informe que pago yo». Pues así están la cosas. Bueno igual no, ahora con pollitos de por medio y un precedente.