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«De algún modo, la vida en la Isla se asemeja a la de Australia. Nos gusta pasar mucho tiempo fuera, en la playa. Y la luz; me enamoré de la luz de Mallorca. Aquí el azul tiene muchas tonalidades». Así describe Octavia Campbell-Davys (Londres, 1980) su percepción de la Isla que, desde 2018, inmortaliza en sus pinturas. En su Instagram, @octaviasart, pueden apreciarse escenas de playa y paisajes costeros, naturales y urbanos; animales y detalles con esencia mediterránea, además de edificios y vehículos que trasladan al observador a un pasado cercano.

En su obra se aprecian ecos de los pintores Edward Hooper y David Hockney, así como del fotógrafo estadounidense Slims Aarons, conocido por sus fotografías de la alta sociedad y de las celebridades americanas y europeas entre las décadas de los 50 y los 70. «Las cosas han cambiado mucho en Mallorca; me interesan mucho las fotografías antiguas y cómo el boom turístico transformó la Isla», explica la artista, que acostumbra a pintar con acrílico y con un estilo detallado. «Me gustan los barcos clásicos, como los llaüts; es como un símbolo de cómo lo tradicional se une con lo nuevo. Siento que también estoy pintando el fin de una época. Creo que todo va a cambiar y que acabará el turismo cómo lo conocemos», razona.

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La pintora creció en Canberra, Perth y Sidney, y no recuerda una etapa de su vida en la que no haya pintado. «El arte siempre ha estado muy presente; mi madre es curadora de arte y tenía una galería en Londres». En paralelo a la pintura, su pasión son los caballos y el polo, un deporte que descubrió mientras vivía en Nueva Zelanda. «Me dediqué a pintar caballos y a ser árbitro de polo durante años. Creo que soy la única árbitro femenina del mundo», dice Octavia, que añade, «si en algo se parecen el arte y el arbitraje es en que, en ambos casos, debes tener fe y creer en tus decisiones». La artista ha vivido en lugares tan dispares como Hungría o Argentina, y llegó a la Isla cuando falleció su antigua pareja, «necesitaba cambiar de aires y superar la pérdida; no podía estar triste en un lugar como este. Siempre descubro algo nuevo».

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Los últimos meses no han sido fáciles para la artista. A finales de noviembre del año pasado, Octavia fue diagnosticada de leucemia. Ha pasado cinco ciclos de quimioterapia y, en los 133 días que pasó en aislamiento, el lienzo «era como un portal a otro mundo. Pintaba cuando tenía algo de energía, me animaba mucho», explica la pintora, muy agradecida con el trato recibido en el Hospital de Son Espases. «Ha sido una experiencia muy difícil, pero por suerte me estoy recuperando. El trabajo de médicos y enfermeras fue increíble». Ahora el objetivo de Octavia es dedicarse por completo a la pintura -lo compagina teletrabajando como desarrolladora de software para una empresa estadounidense-, además de organizar una exposición junto a otros artistas de la Isla.