La iniciativa ha sido todo un éxito en otras urbes españolas como Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga, Sevilla y Zaragoza. | Timeleft

TW
26

Cada miércoles, más de 6.000 personas en 70 ciudades de 18 países diferentes, se sientan a la mesa en grupos de cinco a siete desconocidos con el único propósito de cenar, conocerse unos a otros y, eventualmente, trabar amistad. Lo hacen a través de un servicio llamado Timeleft que, desde este mes, ha añadido Palma a la lista de ciudades en las que organiza este tipo de quedadas, tras comprobarse su éxito en otras urbes españolas como Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga, Sevilla y Zaragoza. «Los usuarios se inscriben a través de una app en la que introducen datos como su edad, gustos, intereses o aficiones, y el algoritmo se encarga de organizar los grupos de comensales en función de su afinidad», explica Marta Unturbe, country manager en España de la aplicación.
La primera quedada en Mallorca se organizó el miércoles 12 de junio en el restaurante Spot de Palma, con un grupo de seis personas y otros dos de cuatro, de perfiles muy variados.

«En el grupo que me ha tocado, todos somos gente que ha vivido en diferentes países y tenemos la mente abierta a conocer personas fuera de nuestro círculo, que es un poco lo que buscaba al inscribirme», señala Catarina, portuguesa que lleva siete años viviendo en Mallorca. «Me animé a probarlo porque me lo recomendó un amigo que ha participado en estos encuentros en Portugal», añade. «Estoy pasando mis vacaciones sola en la Isla y pensé que sería una buena oportunidad para pasar un rato agradable con otras personas», señala por su parte la irlandesa Brenda. «Al principio estaba un poco nerviosa, pero hemos conectado muy fácilmente y está siendo una experiencia fantástica», añade.

Ph12062433-2.jpg
Dos de las comensales en Palma.

Por su parte, la argentina Marcela lleva siete meses viviendo en la Isla. «Tengo familia y amigos argentinos aquí, pero quería ampliar un poco mi círculo», explica. El mallorquín Santiago venía con el mismo objetivo. «Estoy en un proceso vital de cambio de hábitos y de crecimiento personal. He venido a diversificar mis amistades», indica. No es el único mallorquín en la mesa. Comparte manteles con Carme, entre otras personas de diferentes procedencias. «Somos un grupo de personas muy diferentes a priori en cuanto a nacionalidades o profesiones, pero a medida que hablábamos nos hemos dado cuenta de que compartimos muchas cosas», destaca esta isleña. Su presencia es justo lo que buscaba la sudafricana Ivonne. «Vivo en Mallorca desde hace un año y medio, pero apenas conozco mallorquines. Esta opción me pareció una buena idea para entrar en contacto con la comunidad local», cuenta.

No son los únicos isleños. En otra mesa comparten cena con otros comensales la menorquina Rosa, que lleva siete años trabajando aquí, y el canario Sidi, que lleva un año. «Nos acabamos de conocer y es difícil saber si tenemos mucho en común, pero la conversación ha fluido muy bien», señala Rosa. «Claro que quien se apuntan a esto es porque tiene ganas de abrirse a otras personas. Es más fácil hacer amigos aquí que, por ejemplo, en clase de pilates, que la gente no va a eso», añade Sidi. «Es interesante para conocer gente con la que, de otra manera, quizás nunca coincidirías», apunta Rosa.

Cenas con desconocidos en Palma: una nueva forma de conocer gente
Algunos de los comensales en la primera quedada celebrada en Mallorca en un restaurante de Santa Catalina.

La neozelandesa Amy, sentada junto a una norteamericana, una brasileña y una mallorquina, está de paso en Mallorca. «Vivo en el Reino Unido y tenía ganas de escapar de ahí una temporada. He venido tres meses a la Isla, y trabajo desde aquí. Quiero conectar con gente», explica. Frente a ella, Flavia explica que se ha mudado hace poco a Mallorca. «Conozco a poca gente aquí. No sabía qué esperar de esto, porque nunca había hecho nada parecido, pero me está gustando», señala. «Acabamos de empezar en Palma y en esta primera quedada es normal que no haya habido muchísima gente, pero sabemos por la experiencia de otras ciudades que irá creciendo la afluencia a medida que se vaya conociendo. En Madrid o Barcelona, tenemos 350 usuarios cada vez», subraya Unturbe.